Adolfo Mazariegos

El tema que a nivel internacional actualmente acapara más titulares de prensa y es sin duda objeto de mayores discusiones y análisis, es lo que acontece en la Península Coreana, una cuestión que no deja de intranquilizar y que provoca reflexiones en torno al destino que le espera (sin exagerar) al mundo entero. Ver todos los días en los medios el despliegue de artillería pesada, tanques, misiles, buques, aviones, etc., es algo que preocupa y que, como acción militar por parte de los involucrados, produce una variedad de sensaciones que hacen recordar momentos de la historia mundial que muchas veces hemos visto solamente en documentales de televisión, y que no esperamos ni deseamos vivir nunca en virtud de lo catastróficos que suelen ser los resultados de los conflictos armados y de las guerras. Pero ese es el juego de poder entre potencias a nivel mundial, y a pesar de que -lamentablemente- en los últimos años han existido serios conflictos que han costado miles de vidas humanas en distintas partes del globo, ninguno parece haber sido de la magnitud que podría ser una guerra como la que podría darse entre Estados Unidos y Corea del Norte. Es innegable que, después de la Segunda Guerra Mundial, Corea del Norte no ha dejado de ser para Estados Unidos y para otros tantos países, algo así como una piedra en el zapato, y pareciera que, independientemente de la capacidad armamentista que ha logrado construir -Corea del Norte-, no ha considerado del todo las consecuencias en destrucción y costo de vidas humanas que un enfrentamiento bélico en su territorio podría traer consigo. Más allá del daño que pueda causar a otros actores y territorios en otras partes del mundo, incluidos Corea del Sur, Japón y el mismo Estados Unidos, y más allá de las capacidades armamentistas reales que pueda tener, un enfrentamiento en la península pondría en riesgo incluso su propia subsistencia, pero (dada esa realidad) ¿cuál de los dos bandos iniciará el ataque entonces? Obviamente ninguno de los contendientes querrá demostrar debilidad, y ese también es uno de los mayores riesgos, ya que además, en el conflicto que ha ido escalando notoriamente y más allá de las corrientes ideológicas, hay en juego mucho más que la simple demostración de poderío o de algún tipo de superioridad. Por su parte, China y Rusia que podrían ser actores cuya actuación no debe de ninguna manera subestimarse, se han manifestado al respecto pidiendo (China) moderación y mesura a las partes en conflicto, en lo que han denominado “una situación delicada y peligrosa”, mientras que Rusia, más como una advertencia, ha expresado que esperan que Estados Unidos no dé pasos de forma unilateral. El conflicto, como expresé la semana anterior en este mismo espacio, podría escalar hasta convertirse en una situación a escala global, lo cual sería lamentable, ya que los resultados de las guerras, independientemente de quién o quienes resulten “vencedores”, siempre arrojan números rojos.

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