Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Elizabeth Warren es Senadora en Estados Unidos representando a Massachusetts y es una reconocida abogada que destaca en los campos académicos y políticos. Sumamente progresista y promotora de los derechos de la mujer, ha publicado once libros sobre temas políticos y sociales y esta semana fue presentado el último de ellos titulado “Esta lucha es nuestra lucha”, respecto a la batalla para salvar a la clase media de los Estados Unidos. Sus puntos de vista, desde luego, son objetados por cualquier grupo conservador, pues ella apuesta por políticas orientadas a invertir más en la gente para generar ese mundo de oportunidades que llegó a ser conocido como el “sueño americano” y que se esfumó de tal manera que hasta el segmento del obrero blanco que fue parte de esa clase media, terminó votando a la desesperada por Trump creyendo que él les devolvería la esperanza perdida.
El caso es que Elizabeth Warren explica detalladamente cómo Estados Unidos vivió su época de oro desde el fin de la Gran Depresión hasta llegar a 1980. Fueron años en los que el Estado hizo fuertes inversiones en infraestructura, mucha de la cual es la que hoy está funcionado y de la que depende el país, se montó un sistema educativo que fue ejemplar y modelo de eficiencia, colocando a los norteamericanos a la vanguardia no sólo del conocimiento sino de la investigación, con universidades accesibles a toda la población que deseara superarse con la educación superior.
Roosevelt con su New Deal diseñó esa estrategia de inversión que permitió un largo período de crecimiento sostenido en el que se tomaron en cuenta regulaciones muy importantes para evitar los carteles o monopolios de manera que el consumidor estuviera protegido y aún los gobernantes republicanos de ese período mantuvieron la estrategia crucial de inversión con visión de futuro.
No es casualidad que en el listado de países del mundo desarrollado destaquen aquellos países que han dispuesto de los recursos e implementado las políticas para invertir en la gente y en la infraestructura. Países donde además de atajar la corrupción que se roba tantas esperanzas, la gente entiende la importancia de sus impuestos para generar ese nivel de prosperidad. Ningún país de los altamente desarrollados se puede mantener en esas condiciones si se suspende la inversión en la gente.
Y justamente en 1980 en Estados Unidos ocurrió el cambio cuando se implementaron políticas de reducción drástica de impuestos para los más ricos por aquella idea del Trickle Down Economics que por cascada debió generar riqueza pero que, en la práctica, no la pudo producir. Fue la época en que se privilegió el gasto en temas militares, reduciendo la inversión en infraestructura a tal nivel que Trump tuvo razón al decir en la campaña que su país tiene carreteras y aeropuertos del tercer mundo. Se disminuyó la inversión pública en educación y los niveles de rendimiento actuales son los más pobres de cualquier país desarrollado. Por último se eliminaron regulaciones y han surgido carteles y monopolios que ahorcan al consumidor porque no hay tales de la cacareada libre competencia, con resultados de enorme concentración de riqueza y pérdida de calidad de vida y de oportunidades para la clase media.
Es una visión progresista, pero con elementos difíciles de rebatir con datos.