Juan Francisco Reyes López
Jfrlguate@yahoo.com

Guatemala posee por disposición constitucional un Procurador de los Derechos Humanos, que está en la obligación de representar al Congreso y velar porque se respeten y cumplan todos los derechos humanos, sin excepción.

El catálogo de los derechos humanos está perfectamente conocido y en lugar de restringirse, cada día se amplía. Lastimosamente el papel aguanta y puede colocarse un elevadísimo número de obligaciones y derechos y los mismos están pintados de forma tan abstracta que se requiere que uno de esos grandes pintores modernos nos diga qué contiene y qué representan.

El actual Procurador de los Derechos Humanos, Jorge de León Duque, era un imberbe diputado de un pequeño partido político cuando se postuló como candidato y no es ningún secreto que el entonces presidente de la República, general Otto Pérez Molina viera su candidatura a procurador como algo sumamente conveniente. Era el hijo del presidente temporal donde él había sido jefe de Estado Mayor presidencial y se había beneficiado, sin duda alguna.

Cuando quedó electo De León Duque, como suelo hacerlo, le envié una nota felicitándolo por la oportunidad que se le daba, indicándole que ello no implica una felicitación por su gestión. Hoy tristemente puedo decir que su gestión ha sido pobre, ha sido gris, que rodeado de amigas y amigos se pasea por el mundo y por la forma añadida de su actuar y el de sus colaboradores cree que ha hecho méritos para que en una futura elección este jovencito se pueda postular como presidente o vicepresidente de la República.

Independientemente de cual sea mi opinión personal o cuales sean las acciones positivas que De León Duque haya tomado como Procurador de los Derechos Humanos, debe por fin trabajar y rendir cuentas en una exhaustiva memoria de labores, que abarque los 5 años que él y su equipo estuvieron en dicha dependencia.

Solo así se podrá decir que algo trascedente se ha derivado de la enorme inversión que se hizo de nuestros impuestos y los 5 años presupuestados de procurador.

En la memoria señalada debería completamente establecerse las acciones y casos que se procuraron a favor del consumidor, a cuántos empresarios se señaló o se sancionó por abusar en los precios que ofrecen al público y qué medidas tuvieron trascendencia en orientar al consumidor nacional e inclusive internacional, para que se redujese en Guatemala la desnutrición y la pobreza. Lo mismo debería de contener el contrato de gestión del procurador, señalando a cuántas casas farmacéuticas, a cuántas farmacias a cuántos hospitales obligó para que no abusaran de la salud de los pacientes y dependientes.

Si el procurador lo duda, basta que compare cuánto cuesta un medicamento en las farmacias del país, en un hospital privado o en un hospital público, la diferencia será más grande que con la misma podría darse a 10 personas medicamentos, versus una persona.

Procurador de Derechos Humanos no es ir al Congreso a tomarse fotografías, no es abrirse con alguna personalidad, procurador es luchar hasta la muerte por el respeto de los niños, mujeres y hombres que viven en Guatemala, en pobreza y extrema pobreza e inclusive clase media.

¡Guatemala es primero!

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