Emilio Matta

Desde que comencé a movilizarme en vehículos de motor (primero en moto y luego en automóvil), he tenido interés por el precio de los combustibles.

No se puede negar el alto grado de correlación entre los precios del petróleo y los de la gasolina. En un análisis muy somero y simple, comparando ambos precios en quetzales, desde el 2 de enero de 2013 a la fecha (utilizo como fuente la base de datos del Ministerio de Energía y Minas en su página de internet: sección de hidrocarburos/precios combustible nacionales/ histórico precios nacionales), se obtiene una correlación del 0.981. La correlación perfecta es 1. Es decir, pareciera que todo está en orden y que los importadores y expendedores nos trasladan sus costos de forma muy transparente.

Sin embargo, uno no lo percibe de esa forma. No están ni terminando de dar una noticia de que va a haber un incremento en los precios del petróleo y ya están los empleados de las gasolineras cambiando los precios (hacia arriba por supuesto). Y cuando hay noticias de que el precio del petróleo baja, nos pueden salir telarañas esperando que los mismos empleados salgan a cambiar los precios hacia abajo: “Es que tenemos inventarios a precio alto” dicen los importadores y expendedores. Y cuando subía el precio, qué? No tenían inventarios a precios bajos? Hasta el momento, todo esto es percepción, los números del análisis inicial respaldan a los importadores y expendedores.

Como soy algo necio, me puse a profundizar un poco más en el análisis. Tomé como base los mismos números, solo que hice una relación dividiendo el precio de la gasolina dentro del precio del petróleo (ambos expresados en quetzales por galón para comparar manzanas con manzanas). Y allí empecé a observar anomalías que me ayudan a sustentar numéricamente las percepciones. Resulta que mientras los precios del petróleo estuvieron por encima de los cien dólares por barril (entre doce y quince quetzales por galón de petróleo para efectos del análisis), la gasolina se mantuvo entre treinta y treinta y cinco quetzales por galón, obteniendo una relación de 2.5 en promedio entre ambos (precio de gasolina dividido precio de petróleo). Esta relación se mantuvo desde inicios del 2013 hasta finales del 2014. Resulta que cuando los precios del petróleo comienzan a bajar entre finales del 2014 y durante el 2015, el factor de la relación precio gasolina/precio petróleo aumentó de 2.5 a 3.5 en 2015 y a 3.7 en 2016.

Esta brecha nos deja algo clarísimo: cada año los guatemaltecos pagamos más cara la gasolina, independientemente del precio del petróleo. Se puede demostrar numéricamente, con datos duros, que a la vez son del dominio público. Están publicados en la página de internet del Ministerio de Energía y Minas. No son “percepciones”. Es nuestra lamentable realidad.

¿Qué vamos a hacer? No podemos cruzarnos de brazos ante esta conducta abusiva por parte de quienes controlan las importaciones y el expendio de combustibles en nuestro país. Existe una Defensoría del Consumidor en Mineco. El MEM también debería monitorear que los precios de los combustibles sean consecuentes con los precios de mercado del petróleo. Esta situación que se da en Guatemala, NO es producto del libre mercado. Es producto del aprovechamiento de unos pocos “empresarios” ante la indolencia y pasividad de nuestras autoridades.

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