El señor Marvin Mérida, quien como embajador del gobierno de Jimmy Morales entregó una carta en Washington D.C. en la que pide que se investigue al embajador Todd Robinson, dejó claro que el gobierno muchas veces dice una cosa y hace otra.

La verdad es que nadie sabe qué papel jugó Mérida que fue acusado de recaudar fondos de migrantes para la campaña que llevó a Morales a la Presidencia y que, seguramente, serán cantidades de importancia que tampoco fueron declaradas ante el Tribunal Supremo Electoral, como ya sabemos que es la práctica de las campañas del ahora Presidente, de Sandra Torres, Manuel Baldizón, etc.

El gobierno ha jugado ese papel de lavarse las manos con sus colaboradores más oscuros como en el caso de este Mérida, diciendo que son puestos “ad honorem” que solo invitan a pensar aún peor de lo que pueden estar haciendo para “cobrarse” las gestiones que realizan.

Recordemos la penosa forma en que Armando Melgar Padilla, otro “ad honorem” dentro de los asesores del Presidente, tuvo que salir corriendo a pedir sombrilla de antejuicio al Congreso cuando se supo que la SAAS estaba cometiendo abusos.

La verdad es que se ha rumorado por mucho tiempo que el gobierno no quiere ni a la CICIG, ni al Comisionado, a la Fiscal General y, ahora, al embajador de Estados Unidos. Queda también claro que cada vez que se profundiza un poco en eso, terminan dando expresiones y declaraciones que confirman que Morales y su gente se sienten sumamente incómodos con cualquiera que sea identificado como aliado de la lucha contra la corrupción y la impunidad.

Si Mérida no tenía capacidad de hacer estas gestiones, sería el mismo gobierno y la servil Procuradora General de la Nación, Anabella Morfín, que deberían presentar una denuncia por usurpación de funciones. Pero resulta que seguramente Mérida no actuó por su cuenta y por ello solo les queda salir a dar las explicaciones vacías y muchas veces alejadas de la verdad que caracterizan a nuestro gobierno ejecutivo.

Si el embajador Robinson y su trabajo no le gusta al gobierno, que por lo menos tengan la valentía y la determinación de manifestarlo públicamente. Todos quedarán más claros de que no hay voluntad alguna de luchar contra el sistema de corrupción e impunidad que fingieron para meterse en política.

Pero solo quererse lavar las manos diciendo que fue alguien “ad honorem” que hace gestiones de manera personal, es una burla a la inteligencia. Es deshonesto el gobierno, tiene que indagar y explicar quién es y qué persigue su “embajador” de pacotilla.

Artículo anterior“La Línea” y TCQ, un año de diferencia
Artículo siguienteBird pega jonrón y Yanquis barren a Cardinales