Juan José Narciso Chúa

Esta época resulta realmente multifacética pues la misma se llena de diferentes expresiones que hacen de la Semana Santa un espacio singular que invita a la reflexión espiritual que es la esencia de la misma, pero que también presenta otras facetas que la hacen particularmente interesante y extremadamente visual.

El título del artículo nace de mi predilección desde hace muchos años por fotografiar jacarandas y matilisguates, ambos árboles que proveen de un colorido particular y una belleza singular pues su floración coincide con esta etapa alta del verano, que se cruza agradablemente con la semana mayor. Ese lila de las jacarandas resulta un evento visual de extrema hermosura, pues los árboles, aunque son exóticos -es decir, no son nativos de nuestro país-, generan una floración lila que en conjunto el árbol se muestra generoso y frondoso con esa tonalidad tan agradable a la vista, que resulta imposible no tomarle una foto.

Los matilisguates coinciden con los lilas de las jacarandas en su floración, proveyendo un encanto adicional a la ciudad, con sus rosados que, entremezclados, por ejemplo, allá en la 4a. calle cerca de la Cancillería, se puede disfrutar de una combinación agradable a la vista, pues están varios árboles de jacarandas y lilas juntos.

Esa combinación de lilas y rosados, resulta un contexto de color a una época de belleza estética que aporta aún más cuando se confunden con los solemnes pasos procesionales que recorren el Centro Histórico, con su cadencia particular, adosada por las marchas entonadas por las bandas que acompañan a cada procesión y que cuando uno las escucha en ese contexto y momento, generan sentimientos de dolor, que erizan la piel y conducen a la emoción.

El Centro Histórico, principalmente, en las calles y avenidas de pasos procesionales, se visten de gala para la época y cuando digo gala me refiero que reconocen esta semana como ese espacio de tiempo en el cual Jesucristo pasa por el reconocimiento, el debate intenso, la cena con sus discípulos, la plática en el huerto de Getzemaní, en donde reconoce que va ser un momento difícil e incluso propone la posibilidad de evitarlo, su captura, la dolorosa flagelación, la pesada jornada cargando la cruz, la propia crucifixión y la Resurrección. Sin duda, Jesucristo es el personaje de cada Semana Santa y, sin ser religioso, considero que su humildad es una de las muestras elocuentes de su enorme personalidad y de su propio sacrificio.

En el caso de la denominada Última Cena, es interesante referir que existen contradicciones entre Juan y Marcos, ambos discípulos de Jesucristo, pues para Juan la Última Cena ocurrió en martes, mientras que, para Marcos, efectivamente fue en jueves. Según historiadores, refieren que Juan considera que la muerte de Jesucristo coincide con el día de la matanza de los corderos de Pascua, que efectivamente fue en viernes, pero que ocurrieron tantos hechos previos, que resulta imposible que todo ello haya ocurrido en pocas horas, como la aprehensión, el interrogatorio, la flagelación, el juzgamiento y al final la crucifixión.

La Última Cena, también es el nombre del cuadro icónico del genio de Leonardo Da Vinci, que aparentemente lo ilustra con el momento cuando Jesucristo señala que uno de ellos lo va a traicionar y deja el lado de la derecha mayormente iluminado, mientras que el de la izquierda está en cierta penumbra. Igual, desde la perspectiva religiosa, en esta última cena ocurren hechos históricos como el lavatorio de los pies de los apóstoles por parte de Jesucristo; las profecías de Jesucristo que se cumplieron inmediatamente como la traición (Judas) y la negación (Pedro).

Igualmente, en esta última cena se consigna la famosa frase «Amaos los unos a los otros», una sugerencia que hoy se ha universalizado para diversas situaciones, pero que demarca el sentimiento que debe prevalecer entre ese pequeño y privilegiado grupo que convivió con Jesucristo durante buena parte de su vida.

Por lo tanto, estimado lector o lectora, sirva la belleza de los lilas de las jacarandas y el rosado pastel de los matilisguates como contexto colorido de una semana en donde Jesucristo sigue siendo el personaje, quien demostró que con humildad -su grupo más cercano eran pescadores-, y con sacrificio -su propia muerte-, se puede cambiar el rumbo de la humanidad. Vaya si no necesitamos un pensamiento como el de Jesucristo en este momento en que nuestra sociedad demanda voluntad para los cambios, mientras que a nivel mundial, la situación se pone cada vez más conflictuada. Feliz Semana Santa, un merecido paréntesis de descanso para todos y un momento imprescindible para la reflexión.

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