Edgar Villanueva

Una imagen queda grabada en mi memoria del 2015. El Embajador de los Estados Unidos da declaraciones desde un podio con el escudo presidencial de Guatemala. Las portadas de prensa del día siguiente no se hicieron esperar, los famosos memes tampoco, el Embajador de Estados Unidos, en la percepción de muchos, se transformaba en la principal fuerza política del país.

Si analizamos en frío la conferencia de prensa donde se da esta imagen, nos podremos dar cuenta que no había otro podio desde el cual hablara el Embajador. Si vemos con mayor detalle las fotos, también nos podremos fijar que fue el mismo Presidente quien le pidió dar declaraciones desde ese lugar. La imagen reportada por la prensa y difundida por las redes sociales fue producto de una falla en el protocolo de la Presidencia que debió prever la necesidad de dos podios, uno de ellos sin el escudo presidencial, desde donde el Embajador podría haberse dirigido a la prensa.

Así son los símbolos y el poder, tan casuales como sorpresivos, tan sutiles como contundentes. Se manifiestan de diferentes formas, se sirven de coyunturas y de investiduras y están a la mano del que mejor sepa usarlas, y en algunas ocasiones, son producto de la pura casualidad. Un David puede parecer un Goliat si sabe usar los detalles del lenguaje y la óptica para transmitir mensajes sobre el poder, donde este reside y hacia donde se mueve.

Muchos presidentes en sus decisiones utilizan símbolos para afianzar su poder. Por ejemplo, en Perú, una Viceministra de Agricultura fue recientemente destituida al ser fotografiada tomando el sol durante las inundaciones que sufrió el país sudamericano. La Viceministra no estaba a cargo de una unidad que estuviera respondiendo a los desastres naturales, y según ella misma indicó, se encontraba en un momento light de su día. Sin embargo, fue destituida inmediatamente por el Presidente peruano en una manifestación de poder del Presidente, pero principalmente en la utilización de un símbolo del servicio a la patria “si se trabaja para el pueblo, no hay descanso”. Esta decisión terminó fortaleciendo al Presidente en un momento de crisis.

En nuestra coyuntura, estos símbolos se vuelven más importantes. El apoyo a un funcionario a tiempo, el rechazo de una práctica corrupta en público y hasta una visita o aparición pública oportuna envían mensajes que pueden fortalecer el liderazgo en nuestro país. Asimismo, en cada crisis, las cuales parecieran estar a la orden del día, las oportunidades de utilizar estos recursos se incrementan y su aprovechamiento puede ser más contundente. Lo importante es encontrar un emisor o líder receptivo y dispuesto a utilizar los símbolos correctos para mandar los mensajes adecuados.

Se vienen tiempos más difíciles y la comunicación del poder será esencial para transmitir confianza. Es momento de dejar las anécdotas, fábulas y moralejas y hacer uso de los símbolos del poder y sus sutilezas y recordar en todo momento que la política es ajedrez y no damas chinas.

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