Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

«No dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores.»
Mahatma Gandhi

En la sociedad guatemalteca actual se ha develado un aspecto de la misma, que desafortunadamente ha imperado siempre, aunque con cierto grado de mascara bajo la que se descubre la verdad del individuo, pensamientos de todo tipo tanto negativos como positivos, aunque los positivos naturalmente se muestran hasta con orgullo de cara a la galería, en la que hemos convertido nuestro contexto diario.

A raíz de la globalización de la comunicación, que ha sido positiva, ha emergido una nueva manifestación de los sentimientos más oscuros que tiene el ser humano: el odio, que ha contado con una plataforma con la que siempre cuentan estos sentimientos inquietantes: El anonimato, sí, el anonimato ya sea bajo perfiles falsos o colocando una imagen X en lugar de la propia, y modificando, de cierta forma, el nombre con iniciales o sobrenombres, se esconden para poder expulsar todo el rencor que tienen en contra de sus semejantes; en cualquier red social se puede constatar este extremo, en los blogs de los artículos, en Facebook, Twitter y demás vehículos de expresión social.

El problema estriba en el anonimato, ya que cuando la persona está plenamente identificada, aunque no todos los que participan en ciertos supuestos debates, supuestos porque la esencia del debate consiste en un intercambio de ideas de diferente corriente del pensamiento, la riqueza del mismo estriba en las ideas contrarias o no, pero hay una argumentación, desafortunadamente en el tema que nos ocupa, no es así, la mayoría de los más llamados foros en las redes sociales carecen de argumentación y a falta de la misma predomina el insulto y la descalificación ¿Cuál es la aportación? Ninguna, pero esa parte oscura del ser humano se alimenta con el morbo de la media verdad o mentira.

Otra degradación del ser humano, que se alimenta constantemente, en la opacidad de quienes se ocultan en las redes sociales es la rumorología, que si fulano o mengano es esto o aquello, fenómeno que ya era una mala costumbre en algunos espacios sociales, pero que a diferencia de hoy, quedaba dentro del espacio en el que eran esparcidos, hoy no, hoy son lanzados como una verdad absoluta e irrefutable, y cualquiera se cree con la solvencia moral y ética de emitir opinión, pero probablemente lo más escabroso consiste, en que además de pronunciarse muchas veces sin conocimiento de causa, se comparte la información con absoluta impunidad.

Es necesario crear conciencia, en una sociedad tan variopinta como la nuestra, el respeto hacia los demás, pero ante todo antes de opinar, y más aún compartir, contrastar la veracidad de la información recibida, no todo lo que se dice en el anonimato de las redes sociales es una verdad absoluta, en si la verdad absoluta no existe, todo es relativo a las circunstancias, sin embargo, cuando se trata de lo que afecta la integridad moral de una persona en particular, cualquier ser pensante, debería meditar antes de emitir opinión sobre las circunstancias y el contexto de cada vida.

Una frase exquisitamente real, dice que todos tenemos techo de vidrio, ¿Qué es el techo de vidrio? Que todos los seres humanos tenemos en nuestro pasado o presente una parte oscura, que no tomamos en cuenta, cuando nos convertimos en jueces y verdugos, sin ser ni lo uno ni lo otro, y que en algún momento puede retornar de otra forma hacia nosotros, recuerda el momento, en el que Jesucristo dice a quienes apedrean a María Magdalena, «El que esté limpio de culpa que lance la primera piedra».

Sin embargo, nuestra sociedad, con un alto porcentaje con doble moral, sin importar la edad, cualquiera se cree con la solvencia no solamente de tirar muchas piedras, sino iniciar el juicio moral, es necesario, por lo tanto, crear y tener conciencia primero de quienes somos nosotros, y después ver hacia los lados, ¿Somos peores que los demás? Porque mejores, desde que nos atrevemos a juzgar, ya no lo somos.

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