Jorge Mario Andrino Grotewold
* @jmag2010

“Negar a las personas sus derechos humanos, es cuestionar su propia humanidad”
–Nelson Mandela–

Por distintas razones, en las últimas semanas, parte de la población que ha podido expresarse en contra de los derechos humanos, ha cedido a la inercia de una campaña de desprestigio, no contra una persona o una Institución pública, sino contra el concepto general de uno de los más importantes reconocimientos que ha tenido el mundo: su propia humanidad.

Así entonces, es mejor entender qué pasaría si algunos de esos derechos humanos, de los que algunos tanto se quejan, no existieren. Empezando por el concepto de libertad y sus múltiples divisiones. La libertad de caminar por la vía pública, la libertad de usar su celular y la libertad de opinar libremente, en redes sociales o al público, estarían prohibidas. No existiría Facebook, Twitter o WhatsApp. Tampoco periódicos, radios o la televisión. La libertad de escoger una pareja, de reunirse con amigos(as) y hasta la propia ropa que se decide usar, estarían limitados sin una autorización previa.

Y en ese marco de restricciones, al no contar con el reconocimiento de los derechos humanos, la corrupción sería puerta abierta para quienes ostentan el poder, ya sea público, político o por la fuerza. Los abusos de autoridades para cobrar impuestos injustos, o no respetar la propiedad privada, serían fácilmente tolerados. Invertir en el país, contar con una oportunidad de empleo decente e inclusive poder morir con dignidad, serían prohibitivos para una sociedad que no reconociera, exigiera y demandara el respeto de sus derechos.

La sola posibilidad de pensar diferente, identificarse con una causa o ideología y desarrollarse con sus familias, o bien ser emprendedor con un negocio, sería imposible de alcanzarse. Impensable manifestar en la plaza, por justicia o por felicidad. Y hasta soñar con una Guatemala diferente sería penalizado inmediatamente con alta rigurosidad, sin esos derechos humanos.

Sin embargo, los derechos humanos necesitan un nuevo enfoque; un enfoque distinto dirigido a las víctimas y no a los victimarios. Deben contar con un sentido de cumplimiento de la ley, de orden, de equidad y de seguridad; seguridad en mi barrio o colonia, equidad y seguridad ante la ley, seguridad alimentaria y seguridad en el uso de los recursos, naturales o de producción.

Los derechos humanos no defienden delincuentes. Se aseguran que sus conductas antisociales sean castigadas, con justicia y sin abuso. Buscan el bienestar de la víctima y exigen del Estado que sean cumplidas a cabalidad todas sus garantías; y si estas ya fueron violentadas, deben pedir que exista un resarcimiento para su causa. Pero también exige de los ciudadanos el cumplimiento de sus obligaciones y el respeto al prójimo. Con un bien común en frente, pero dispuestos siempre al diálogo, los derechos humanos buscan el respeto y la concordia. No rivalizan con el orden jurídico, pero si las leyes no son justas, busca que se cambien, para alcanzar un orden social.

Guatemala no goza de todos estos derechos ahora. Pero todos son posibles de ser exigidos por la sociedad ante las autoridades. Si la sociedad no los defiende, ¿Quién lo hará? ¿Qué haría usted sin ellos?

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