Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

La gran mayoría de guatemaltecos dimos gracias a Dios cuando supimos que las fuerzas policíacas habían tomado posesión por la fuerza, sin derramamiento de sangre, del llamado Centro Juvenil Etapa II de San José Pinula, pues temíamos que se produjera otra desgracia similar a la recién ocurrida en el Hogar Virgen de la Asunción. A mi juicio, estos hechos debieran servir de ejemplo que jamás pudieran repetirse, como de enseñanza para el primer mandatario, para que de ahora en adelante se asesore debidamente para iniciar una nueva etapa, que bien podría salvar el período para el cual fue electo, si es que lograra conformar un equipo multidisciplinario que le prestara la asesoría necesaria para sacar avante un nuevo sistema de protección de la niñez, puesto que el actual lleva bastantes años de estar demostrando su ineficiencia.

Este es el momento preciso para que usted presidente Morales se percate que la efectividad de los gobiernos solo tienen una manera de ser evaluados y es a través de resultados concretos en beneficio de la ciudadanía en general de tal manera que logre trascender hacia una paz social que sirviera de base para impulsar el desarrollo de nuestro país. No, no hay otra forma presidente, aunque los politiqueros de siempre le quieran llenar la cabeza de otras cosas, ni el populismo, ni el estar apagando incendios a cada rato podrán darle soluciones perdurables. Piénselo, rodearse de un buen equipo le podría hacer pasar a la historia como el presidente que supo asesorarse a tiempo.

Para hacer lo anterior solo hay una fórmula, la de ponerse a crear políticas públicas sobre los diversos campos que llevan rato de ser olvidados por sus antecesores, como por ejemplo, educar y formar valores en la ciudadanía, más que acciones aisladas que no van a impedir que a corto plazo le vuelvan a proporcionar otros cinco mil niños y niñas adolescentes institucionalizados para que sigan siendo víctimas de la descarada violación de sus derechos, cosa que ha demostrado el Consejo Nacional de Adopciones.

Por ello le propongo que en este momento preciso pueda hacerse asesorar de gente capaz, honesta y trabajadora para integrar una especie de Consejo de Estado que, sin interés politiquero o sectario de ninguna especie y sin pretender hacerse ricos en corto tiempo, puedan eliminar la posibilidad de adoptar políticas públicas precipitadas, mal sustentadas o propicias para que continúe la maldita corrupción en la que hemos vivido, lo que ha permitido cooptar la cosa pública, dando las tristes consecuencias por todos conocidas. ¿Requisitos? No necesita rodearse de sabios, pero sí de gente exitosa, honorable, decente, capaz e idónea para lograr el tan ansiado bien común.

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