Edgar Villanueva

El editorial del Diario La Hora del lunes 6 de marzo de 2017 nos proporciona un elemento fundamental de análisis al respecto de la supuesta intervención extranjera en Guatemala. El mismo propone que si estuviéramos “haciendo nuestro chance” no habría necesidad de otros de “ayudarnos”. Me permito transcribir el último párrafo de dicho editorial como referencia: “Es por ello que la mejor manera de enfrentar la “injerencia” es haciendo nuestro trabajo. No pidamos asistencia en programas de desarrollo, pero tributemos más; no pidamos apoyo a las fuerzas de seguridad, pero como sociedad seamos parte de un sistema de seguridad democrática; no aceptemos apoyo a CICIG y MP, pero demostremos un compromiso real contra la corrupción y la impunidad. ¿Están equivocados los Estados Unidos al darnos ayuda?”

Considero que el editorial da en el clavo y pone en evidencia el elemento más importante en la dinámica que nos está tocando vivir con nuestros socios regionales y extrarregionales, especialmente en el contexto de la lucha contra la corrupción. Si no queremos que otros vengan a orientar nuestros esfuerzos, los guatemaltecos y nuestras instituciones debemos asumir el liderazgo en la desarticulación de las estructuras corruptas que han tenido secuestrado al Estado desde tiempos inmemoriales.

Por el momento, debemos aceptar, que el acompañamiento de algunos actores extranjeros ha generado éxitos importantes como lo demuestra el fortalecimiento del Ministerio Público, en buena parte por el oxígeno proporcionado por la CICIG. En esta dinámica, el MP ha “sacado la casta” y ha aportado una parte sustancial del trabajo, pero difícilmente alguien podrá sostener que el MP lo hubiera podido hacer sin que la CICIG le ayudara a abrir la brecha. Si de todas maneras, nuestra postura es que no queremos que la CICIG siga apoyando, en lugar de atacar a su Comisionado, busquemos avenidas para apoyar la lucha contra la corrupción y exijamos al Ejecutivo el fortalecimiento transversal del Ministerio Público y el Organismo Judicial para que puedan ejercer la función que les corresponde sin ayuda.

Sin embargo, el papel más importante en estas dinámicas lo debemos asumir los ciudadanos. Cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad en la lucha contra la corrupción que va desde dejar de estar comprando facturas, hasta exigirles a las autoridades a quienes les delegamos nuestra representatividad (Presidente y Congreso) que hagan su trabajo para combatirla. Si no queremos que otros “intervengan” en nuestros asuntos, el Estado debe asumir el rol que le corresponde y los ciudadanos exigírselo hasta el cansancio.

La participación ciudadana el día de hoy es prioritaria para darle una voz representativa a la mayoría. La participación de grupos que se están adjudicando la “voz del pueblo” y otros la “voz del apoyo extranjero” puede distorsionar el sentir de la mayoría y no permitir una toma de decisiones en beneficio del grueso de la población. Involucrémonos en el combate a la corrupción y aprovechemos el apoyo extranjero para trasladar a nuestras instituciones las capacidades necesarias para asumir la responsabilidad que les otorga la Ley.

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