Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Es cierto, las complicaciones en el tránsito nos provocan muchas veces salirnos de nuestras casillas, pero la cortesía debiera servirnos para recuperar la compostura, pues debemos tener plena conciencia que en nuestras manos tenemos el timón de nuestro vehículo, el que en cualquier momento puede tornarse en algo tan negativo que puede llegar a ser una terrible arma letal destructora de bienes y vidas humanas. También es cierto que las autoridades hacen muy poco o nada por mejorar el tránsito de vehículos automotores en las ciudades y en las carreteras del país, sin embargo, hay que tener plena conciencia que quien paga las consecuencias de un desatino no es la autoridad sino cada quien que lo comete.

Si usted va de prisa por una calzada y de un momento a otro el tránsito se vuelve lento, hasta el punto de dejarlo inmovilizado por varios minutos, su sistema orgánico empieza a ponerse tenso y por ello propenso a tomar la acción que sea necesaria para llegar a tiempo a su compromiso. Viendo a su alrededor, encuentra una calle sin mayor movimiento que a lo mejor podría servirle de vía alterna para llegar a su destino, pero la prisa le impide darse cuenta que la tomó en contra de la vía, lo que casi le provoca un encontronazo con otro vehículo. Llega a un crucero con señales de alto por todos lados y, en vez de utilizar su cortesía dejando pasar primero a unos motoristas, al señor con la carretilla de la fruta y a una señora que estaba antes que usted en el mismo sitio, se deja ir en contra de ellos, provocando los daños y perjuicios consecuentes.

Como el anterior ejemplo, el que por cierto no hace mucho me tocó presenciar cuando a pie caminaba por el lugar, ocurren cientos o miles a cada instante, más aún con los trastornos que de todo tipo ocasionan las constantes manifestaciones que impiden el derecho a la libre locomoción y la pregunta no se hace esperar: ¿Cómo evitar estos accidentes? La pregunta la respondo con firmeza: solo de una manera es posible, con cortesía y su elemental buena voluntad. ¿Por qué entonces no respetar el máximo de velocidad establecido; evitar el uso de las luces altas; respetar los pasos o lugares reservados a los peatones; utilizar la bocina del vehículo solo en casos indispensables, además de cumplir con todas las normas que indican las disposiciones legales que regulan el tránsito de vehículos automotores? Claro, lo más práctico y fácil para muchos conductores será seguir haciendo lo que le dé la gana, pero eso trae inevitables consecuencias, allá usted si quiere sufrirlas.

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