Félix Loarca Guzmán

El 29 de diciembre de 1996, los representantes del gobierno de Guatemala y de las organizaciones guerrilleras de tendencia izquierdista aglutinadas en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), firmaron los Acuerdos de Paz, acto con el cual se puso fin a treinta y seis años de conflicto armado interno, cuyas raíces históricas fueron la estructura y la naturaleza excluyente, antagónica y conflictiva de las relaciones económicas, culturales y sociales de Guatemala.

Los orígenes de la violencia están estrechamente vinculados a la mal llamada independencia de España, proclamada a espaldas del pueblo por un grupo de criollos, (hijos de españoles nacidos en América sin ningún tipo de mestizaje), de tendencia conservadora.

Fue así como se sentaron las bases de un Estado autoritario y excluyente de las mayorías, racista en la teoría y en la práctica, que desde entonces sirven para proteger los intereses de los herederos de aquellos sectores reducidos, pero con gran poder, quienes en la actualidad, según datos de las Naciones Unidas, controlan el más alto porcentaje de la riqueza nacional.

El desarrollo de la historia, evidencia que la violencia de hoy no es sino la prolongación de la violencia de ayer surgida en el contexto de la conquista española en 1524 y el consiguiente proceso de colonización.

Algunas personas, erróneamente creen que la violencia de la actualidad es consecuencia de la etapa pos conflicto armado interno. Aunque varios factores pudieran tener cierto grado de incidencia al respecto, como los elementos del Ejército que quedaron sin empleo tras la reducción del tamaño de las Fuerzas Armadas, la parte estructural de la violencia tiene sus orígenes en la época colonial.

El denominador común es que la violencia ha sido dirigida fundamentalmente desde las instituciones del Estado en contra de los excluidos, entre ellos los pueblos indígenas, ahora identificados como pueblos mayas.

Numerosos casos, como la estigmatización de la justicia indígena, confirman la hipótesis que la violencia ha sido dirigida desde el Estado. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), registró un total de 42 mil 275 víctimas del conflicto armado interno, de los cuales el 83 por ciento eran mayas y el 17 por ciento ladinos.

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