A pesar de todo lo que ha sucedido en Guatemala, muchas veces nos queda claro que seguimos controlados por los mismos que han sido capaces de colocar a sus títeres en los poderes del Estado para monopolizar los beneficios y secuestrar las instituciones.
Solo así podemos comprender que tengamos, sin que se oiga una sola condena de parte de la sociedad, a los tres organismos del Estado en el nivel de descaro en que nos encontramos en estos momentos.
Un Ejecutivo que no opera por no saber hacer las cosas apegados a la ley; temiendo ejecutar por la potencial consecuencia de terminar presos ante el aparente único conocimiento de los funcionarios de hacer el “negocio” de la manera tradicional.
El presidente Morales diciendo que tiene temores de golpe; sintiéndose investigado por financiamiento ilícito en la campaña electoral proveniente de oscuros y criminales personajes; dolido por las acciones contra sus familiares y en una evidente montaña rusa emocional de la que están sacando provecho sus roscas.
En la Corte Suprema de Justicia tras la captura de Blanca Stalling se procedió a aquel accidentado proceso de elección de nuevo presidente mientras que Patricia Valdés, útil servidora de poderes nefastos, utiliza la Sala de Apelaciones de Femicidio para detener un proceso en su contra. Este es un ejemplo claro de cómo se teje la chamarra de la impunidad.
En el Congreso, no tenemos mucho que explicar cuando con temas como Conamigua y la elección de las amigas de los Alejos, la asignación de comisiones, la trapeada que le han dado al proyecto de Reforma Constitucional y las ridículas acusaciones del Jefe de Bancada de FCN contra el MP por investigar a su banda, dejan claro que esta legislatura representa lo peor de la sociedad guatemalteca.
Y podemos seguir sumando con casos como TCQ que se echa a andar para “aliviarle” a los dueños un poco del costo de operación que lograron por la mordida de 30 millones de dólares y un interventor que hizo equipo con la Procuradora General de la Nación para defender a los inversionistas del corrupto negocio.
Parece que estamos condenados a que los Morales, Colom, Arzú, Pérez, Baldetti, Baldizón, Sinibaldi, Escobar, Torres, Cabrera, Fajardos, Melgar, Hernández, Alejos, etc., sigan siendo los eficientes ejecutores del secuestro del Estado con el cómplice silencio de la sociedad.
Guatemala está dominada por los mismos poderes y a pesar de los esfuerzos por imponer un sistema de justicia independiente, pareciera que siempre terminan ganando los verdaderos dueños de la finca. Estamos en manos de los mismos.