Sandra Xinico Batz

Resguardar nuestros conocimientos ha permitido que los pueblos mayas seamos culturas vivas hoy a pesar del racismo y los constantes despojos. Ha sido un proceso sumamente complejo ya que este resguardo incluso ha tenido que ser clandestino para que nuestros saberes sigan existiendo. Es inevitable que situaciones como la colonización, el Conflicto Armando Interno y otros, hayan mermado la vida de los pueblos y por ende en su creación de conocimiento, pero la resistencia se ha tratado precisamente de esta capacidad de los pueblos mayas por persistir y querer mantener sus formas de vida, sus maneras de entender el universo, su entorno.

A pesar de que en la Constitución Política de la República (artículo 66) se establece que «Guatemala está formada por diversos grupos étnicos entre los que figuran los grupos indígenas de ascendencia maya. El Estado reconoce, respeta y promueve sus formas de vida, costumbres, tradiciones, formas de organización social, el uso del traje indígena en hombres y mujeres, idiomas y dialectos» en la realidad ha sucedido lo contrario y el Estado no sólo no ha cumplido con esto sino ha promovido desde sus políticas e instituciones la folklorización de nuestras culturas, el despojo de nuestro patrimonio, la reproducción del racismo y la criminalización de nuestras formas de organización. No existe hasta hoy una legislación apropiada y realmente funcional para los pueblos, que evite la apropiación de nuestros conocimientos, el robo de nuestras creaciones y su explotación económica para el beneficio de otros.

Los textiles y la indumentaria de los pueblos indígenas son un claro ejemplo de esta desprotección. La producción de estas creaciones significa un trabajo arduo para los pueblos que no es valorado y que no es reconocido en su autoría colectiva. Sus creadores además de invisibilizados son explotados, ya que reciben una miseria por sus productos que luego de pasar por intermediarios y empresas privadas son vendidos en el mercado internacional por cientos de dólares y euros que jamás regresan a las comunidades o los hacedores, creadores y guardianes de estas artes.

Ante esta situación, mujeres mayas de todo el país, organizadas en el Movimiento Nacional de Tejedoras -Ruchajixik ri qana’ojb’äl- presentamos el 23 de febrero al Congreso de la República una iniciativa de ley que «contempla una serie de reformas que consideramos fundamentales para garantizar de forma inmediata la protección y administración de nuestro patrimonio textil, contemplado esto como el primer paso de una lucha más amplia por la protección de nuestros conocimientos, saberes y creaciones. Estamos conscientes de que el avance de esta iniciativa y su concreción requerirá la voluntad política de los congresistas y de las distintas instituciones del Estado que tienen relación con esta, ya que no tiene únicamente una implicación económica sino social y política principalmente, pues traduce realidades que transitan por el racismo, la desigualdad y el empobrecimiento de los pueblos indígenas» (comunicado del Movimiento Nacional de Tejedoras).

Esta iniciativa de ley es ahora la 5247 y ha sido firmada por 16 diputados del Congreso de la República.

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