Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Es difícil abstraerse de los eventos de una semana tan peculiar como la que está acabando porque tuvimos muchos temas que simultáneamente dominaron la agenda, pero si exigimos que nuestras autoridades no se conviertan en apagafuegos, nosotros tampoco podemos quedarnos viendo el día a día sino hay que tener la capacidad de seguir abordando los temas que nos pueden marcar un nuevo rumbo.
Es por eso que en medio de todo, creo que es vital que como guatemaltecos empecemos a hablar, diseñar y discutir un plan de recuperación nacional por medio del cual podamos rescatar nuestra infraestructura mediante una fuerte inversión en remozamiento y creación de escuelas, hospitales y carreteras.
Eso nos debe forzar a hablar de la ejecución del Estado y de cómo la debemos transparentar porque eso obligadamente nos lleva a poner sobre la mesa la posibilidad de la generación de empleo y a la discusión de cuánto nos cuesta un plan así, con qué y con quiénes lo podemos financiar. Estamos hablando de miles de plazas de trabajo que se pueden abrir como consecuencia de un plan de tal naturaleza.
Algo por el estilo puede tener tres efectos inmediatos: uno, la inversión que como país dejamos de hacer desde hace mil años porque se empezó a pensar solo en el negocio, en dejar sobra y nada de obra. Dos, en la generación de empleos que permitan detener la migración e incluso ofrecerle alternativa a quienes están en Estados Unidos en el campo de la construcción y tres, nos puede ayudar a reactivar la economía más allá de las remesas.
Un plan de tal naturaleza requiere voluntad porque implicaría que empecemos a pensar en la gente y no en usar a la gente para hacer negocios y ahí está la clave, porque eso de que no haya negocio no le gusta a la clase política y a sus socios en los negocios, pero para revertir esa tendencia se necesita una ciudadanía que entienda que el país no tiene viabilidad en las condiciones actuales.
Estados Unidos salió de la recesión del 2008 y 2009 porque se decidieron a invertir en un momento de crisis, pero demandando que cada quien ejerciera su parte y cumpliera con sus roles y obligaciones dentro de la sociedad. Hasta los más voraces de esa economía entendieron que su modelo de libertinaje y de la ley del más fuerte no era sostenible porque era eso lo que los había llevado al hoyo en primer lugar y eso es un poco lo que debemos dimensionar los guatemaltecos.
Países como Estados Unidos, tan interesados en que nuestra gente se quede aquí serían los primeros interesados en financiar y ayudar a conseguir el dinero necesario para echar a andar un plan de la naturaleza que menciono, que además debe ir acompañado, paralelamente, de la reforma integral del Estado.
Independientemente de ideologías (que tanto pesan en el país), es necesario que el Estado se anime a reinventarse (reforma política en su sistema completo) y que eso le permita liderar un esfuerzo por invertir de manera en que mejoremos en puntos clave y que haya más dinero que se meta en la economía para ser un tanto menos dependientes de las remesas que nuestra gente consigue a base de sangre, sudor, lágrimas y muchos atributos.
Es quizá más atractivo hablar de todo lo que pasó en la semana, pero eso no nos llevará a la ruta del cambio, al camino de la sostenibilidad y al sendero de la generación de oportunidades que tanto se necesitan en el país.