Raúl Molina

Han pasado trece meses desde que el gobierno actual asumiera y se ha calificado ya como un fracaso. Luego del triunfo de la ciudadanía al forzar la salida de Baldetti y Pérez, no se pudo gozar este por lo impredecible de las elecciones de 2015. No obstante, cuando finalmente asumieron Morales y Cabrera en enero de 2016 hubo la tenue esperanza de que algunas cosas cambiaran. Se vive hoy la frustración de que se malbarató ese beneficio de la duda, con el agravante de que el sistema judicial sigue siendo un desastre. Para sumar a la frustración nacional, a partir de noviembre pasado ha comenzado la pesadilla Trump en Estados Unidos, con profundas consecuencias para nuestro país. Este mandatario trata de mover el péndulo político hacia la extrema derecha, así como aplicar el racismo y la xenofobia. Las predicciones para ambos gobernantes, el de Estados Unidos y el de Guatemala, es que no completarán su período y analistas sugieren sus respectivas caídas antes de dos años.

Los respectivos colapsos no ocurrirán automáticamente. Las y los ciudadanos deben actuar para lograr la salida, sin que ello signifique “golpe de Estado”, como dice Morales. Debemos tomar acciones, ya que la frustración sola no conduce a nada. Es lo mismo en Estados Unidos; los sectores democráticos, incluidos el Partido Demócrata y un sector del Partido Republicano, se oponen a las ínfulas dictatoriales de Trump y ya actúan para quitarlo. Se oponen sistemáticamente a sus medidas arbitrarias; ningún presidente anterior ha generado tanta oposición en su primer mes. Se han presentado innumerables casos ante las cortes para dejar sin efecto sus medidas, lo que lo ha puesto a rabiar. Su constante rabia, contra las mismas cortes, contra la prensa que le critica y contra las organizaciones que se le oponen, lo van perfilando como un presidente fuera de sus cabales. Los Republicanos, en general, se aprovechan de sus acciones por mover el péndulo a la derecha y tratan de ejercer la más descarnada hegemonía mundial; pero un sector importante prepara ya su relevo. En Guatemala, la situación de Morales y Cabrera se hace cada día más insostenible: no gobiernan y se desaparecen en momentos cruciales; no saben qué hacer cuando los “poderosos” sustentan posiciones distintas entre sí, como cuando la Embajada y hasta Washington le dan pleno respaldo a la CICIG y al MP, mientras que el CACIF presiona para limitar sus acciones y conservar su impunidad, posición compartida por los militares contrainsurgentes que son culpables de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Morales y Cabrera negocian las reformas constitucionales al sector justicia, por instrucciones de la Embajada; pero dudan cuando el CACIF y los militares se oponen a las mismas. Es un gobierno que necesita ser presionado por la sociedad civil. Por ello, concluimos en que hay que pasar a la acción: oposición en el Congreso, aunque solamente sea rompiendo el quórum o razonando el voto; toma de las calles, carreteras y plazas, para demostrar que la mayoría está en oposición; organización ciudadana y formulación de propuestas bien estructuradas; y búsqueda amplia de la solidaridad y el apoyo internacionales.

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