Raymond J. Wennier

Me paro frente a un espejo para observarme a mí mismo. Hay varias preguntas que me hago, como por ejemplo, ¿A la hora de hacer algo, en qué soy más capaz? ¿Me respeto a mí mismo, estoy orgulloso de ser quien soy o soy alguien más? ¿Hasta qué punto puedo describirme como una persona integrada por las tres C, cabeza, corazón y cuerpo?

Niños, jóvenes y adultos pueden hacer este ejercicio si tienen los lineamientos y hasta modelos para hacerlo. Sin embargo, el proceso de la autoestima no se inicia cuando la persona es adulta sino, en mi opinión, se inicia cuando se es bebé o infante. La libertad de investigar su propio cuerpo como hacen los bebés y como infantes investigar el ambiente que los rodea y con cada buena experiencia está permitiéndole sentirse a sí mismo e iniciando una buena autoestima.

Sin embrago, antes de eso, creo que viene la autoconfianza. Si uno no piensa que está seguro de sí mismo, es difícil tener una buena imagen propia. La autoseguridad se inicia desde pequeños cuando son estimulados por las personas significantes para ellos que los animan a tomar “riesgos” para lograr una hazaña; iniciar a caminar aunque se caigan, o montar una bicicleta aunque también se caigan, son ejemplos de esas libertades para obtener éxito, a veces después de tener fracasos y que se sientan capaces de buscar nuevos retos.

Los logros a lo largo de su corta edad, enseñan a los niños a quererse a ellos mismos y a saber que tienen la seguridad de apreciarse a sí mismos, lo que a su vez crea una mentalidad de “Soy capaz”, “Yo puedo”.

Ya más grandes, esa mentalidad positiva del YO, permite reconocer oportunidades para participar con entusiasmo y con expectativas altas de sí mismos.

Es así inclusive, que se inicia un comportamiento de liderazgo porque se tiene seguridad en sí mismo y se tiene una buena imagen y aprecio de sí mismo. Son cualidades necesarias, previas a trabajar con otras personas en una organización de cualquier tipo.

Este comportamiento de liderazgo permite la libertad de formular preguntas profundas de curiosidad, “inquiry”, búsqueda, y hasta preguntas para aclarar dudas. Pero hay más aún, luego de recibir una respuesta, no quedan totalmente satisfechos y hacen preguntas de seguimiento para buscar el porqué de la respuesta. Esas preguntas son de mucha importancia. Las personas con seguridad y autoestima positiva lo hacen sin miedo de aparentar ser “dumb”, bobos, ante otras personas. Ellos buscan más fuentes de información, buscan ampliar la respuesta y quieren tener una mayor explicación sobre el tema. Al tener todo lo anterior, hacen la pregunta ¿Para qué sirve? ¿Cómo puedo usar lo aprendido en una actividad propiamente mía o para que se amplíe la organización? Eso puede resultar en una acción que hace la diferencia entre su organización y otras del mismo tipo para así lograr mayor éxito.

Eso quiere decir que desde temprana edad, la buena seguridad en sí y la buena autoestima, los motivan a continuar tomando riesgos que mejoran a la persona y a la organización. Cada vez que tienen éxito, les permite “raise-the-bar” de exigencia a él mismo y a las otras personas-colaboradores-en su organización.

Limpien bien el espejo para verse mejor. Inicien preguntándose ¿Quién soy yo?

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