Carlos Figueroa Ibarra
Hace unos días Guadalupe Oliva, originario de Sinaloa y de 44 años, fue deportado por tercera ocasión en menos de dos años. Desesperado, se suicidó lanzándose del puente que comunica al cruce fronterizo de El Chaparral, lugar donde recién había sido expulsado por la migración estadounidense. Fácil es imaginar la desesperación de esta nueva víctima de la injusticia social. Con un país devastado por la crisis económica y la violencia, sus alternativas de trabajo eran mínimas como lo son para 300-400 mil mexicanos que se van del país anualmente. Las cifras aportadas por Fernando Castro, consultor de migración indican que hasta el 6 de febrero de 2017 habían sido deportados 4,864 guatemaltecos, cifras menores al 28 de febrero de 2016 (16,740) y de 2015 (23,491).
El gobierno de Trump ha empezado a realizar sus promesas de campaña, aun cuando todavía viene lo peor. Las nuevas directrices difundidas por el Departamento de Seguridad Nacional, indican que no solamente serán deportados aquellos migrantes que cometan delitos, sino también aquellos que los hayan cometido, que sean sospechosos de haberlos cometido, los que recién hayan llegado, los que hayan faltado a la verdad o cometido fraude ante una agencia oficial, hayan abusado de los programas de beneficio social, estén litigando una orden de deportación. Se usarán grilletes para los detenidos y se implantará un programa de deportaciones exprés (fast track). Además, se contratarán 15,500 nuevos agentes migratorios para facilitar las razzias que ya se están llevando a cabo. En estos días, un clima de paranoia colectiva ya está embargando a los 11 millones de indocumentados en el país.
La hipocresía del capitalismo salvaje (neoliberalismo) ante el tema de la migración, se evidencia cuando se advierte que las curvas demográficas de los países centrales, como los Estados Unidos de América, se están invirtiendo. La población está envejeciendo y siendo los jóvenes minoría, se necesita la mano de obra migratoria para hacer funcionar la economía. ¿Por qué entonces esta despiadada persecución? La respuesta es que pese a esas necesidades, la ultraderecha estadounidense teme un cambio demográfico que vuelva minoría a los blancos protestantes. En 2040, el 30% de la población será de origen latino y los blancos protestantes serán una minoría (49%). La otra respuesta también es importante: la cacería de migrantes facilitará aún más su precariedad laboral y sus salarios serán más bajos. La criminalización de los migrantes que ha hecho Trump, persigue en realidad convertirlos en trabajadores miserables y esclavizados.
La hipocresía neoliberal no termina con Trump. Abarca también al gobierno mexicano. Mientras el establishment neoliberal clama contra la política migratoria de Trump, en las primeras semanas de este año las autoridades migratorias mexicanas han deportado a 3,141 hondureños, 3,111 guatemaltecos, 1806 salvadoreños y 79 nicaragüenses. En total 8,137 deportaciones. Con detenciones y deportaciones masivas, violencia inaudita contra los migrantes de paso, México se ha convertido en un muro de contención para la migración del sur. Es el otro muro, igual de deleznable que el que Trump pretende construir en la frontera con México.