Es obvio que el papel de los migrantes para el país es determinante por muchos ángulos desde los que pueda analizarse la situación de los compatriotas que han dejado todo en Guatemala para ir a apostar por encontrar un futuro de oportunidades lejos de su tierra, su familia y sus costumbres.
“Hay que ser migrante, para entender a los migrantes”, dicen los compatriotas. Y si solamente reconocemos lo que económicamente significa la remesa, sobrepasando los ingresos por azúcar, banano, textiles, café y todas las demás industrias, aunque sea por interés de la plata debieran ser más apreciados en el país.
El Ministerio de Relaciones Exteriores debería ser prácticamente un “Ministerio del Migrante”. Defender y atender las necesidades de los connacionales en Estados Unidos, debiera ser la prioridad número uno y el objetivo principal de la Cancillería y de todas sus oficinas en el servicio exterior.
La embajada de Guatemala ante la Casa Blanca y los Consulados por todo el territorio de Estados Unidos, debieran ser las agencias más eficientes de atención, prestación de servicios e información para quienes están en el extranjero buscando el “sueño americano”, pero sufriendo la “pesadilla Trump”.
Es por ello que le debemos exigir a los más altos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores que se hagan todos los esfuerzos y se ejercite cualquier práctica necesaria para reducir la angustia de los compatriotas que ante las decisiones de Donald Trump, se sienten abandonados y terriblemente temerosos sobre su futuro inmediato por la retórica antimigrante y la agilización de las deportaciones.
Un migrante amigo nos comentaba la casi resignación que tiene la comunidad en Estados Unidos al pedir que, por lo menos, al llegar una redada se lleve solo a uno de los residentes de una vivienda y no a todos. Los héroes chapines que han dejado todo atrás como muestra de sacrificio por sus familias y que terminan moviendo nuestra economía, no merecen vivir así.
Posiblemente, los máximos esfuerzos aun siendo eficientes de parte de las autoridades de Relaciones Exteriores, serán insuficientes. Pero hay que hacer el máximo esfuerzo para acercarnos a ellos y demostrar, sin la menor duda, que estamos listos para asistirlos de la misma manera en que ellos han estado para el país.
Da tristeza, sinceramente, leer los documentos que emite el gobierno federal sin que nuestro gobierno entienda lo que eso significa para las familias chapinas y para nuestros compatriotas en lo individual que viven angustiados. Por humanidad la política Exterior de Guatemala debe ser centrada en generar paz y tranquilidad a los migrantes.