Claudia Escobar. PhD.
claudiaescobarm@alumni.harvard.edu

Se espera que el día de hoy el pleno del Congreso someta, nuevamente, a discusión las reformas constitucionales. En las últimas semanas varios sectores han tomado partido a favor o en contra de dichas reformas. Cada día salen del Congreso nuevas enmiendas al proyecto.

La semana anterior el CACIF se pronunció en contra de la modificación del artículo 203 que contempla el reconocimiento del pluralismo jurídico, aunque reconoce la necesidad de cambios en el sistema judicial. A su vez el presidente de dicha organización, en una columna de opinión, externó su anuencia a debatir. Mientras tanto, un grupo de organizaciones de la sociedad civil crearon una alianza para respaldar la propuesta de reformas de manera integral y solicitar al Congreso de la República que se respete el espíritu de la reforma y que este propicie “un debate serio, público y transparente de las reformas y no negociar enmiendas a puertas cerradas.” En su pronunciamiento las organizaciones hacen un llamado al CACIF y al sector privado para entablar un diálogo respetuoso.

Las posturas de estos dos conglomerados representan una visión distinta del proceso que se llevó a cabo previo al planteamiento del proyecto de las reformas. Algunos de los actores que se han pronunciado participaron de las discusiones en las mesas de diálogo. Sin embargo, se percibe que las modificaciones propuestas no se tomaron por consenso; lo cual ha generado desencanto en los participantes, que expresan oposición a la reforma o a parte de ella.

Para imponer una normativa distinta a la actual, que tendrá efectos en todos los guatemaltecos, debe existir el mayor consenso posible, pues no olvidemos que la reforma debe pasar por un referéndum popular. No se trata de que un grupo se imponga a otro, sino que se debe buscar el esquema legal en que permita fortalecer el sistema judicial para que todos los guatemaltecos logren resolver sus conflictos.

Las campañas que buscan influir temor sobre el derecho indígena promovidas por grupos conservadores, así como los bloqueos a carreteras promovidos por los grupos indígenas no contribuyen a resolver la problemática, sino por el contrario crean mayor enfrentamiento y animadversión. En estas acciones salen a luz las posiciones más radicales, la desconfianza y el miedo ancestral al que es diferente o piensa distinto.

Cuando Abraham Lincoln buscó mantener la Unión de los Estados, divididos por el tema de la esclavitud pronunció estas palabras: “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse. Creo que este gobierno no puede perdurar mitad esclavo, mitad libre. Yo no espero que la Unión se disuelva -Yo no espero que la casa se desmorone- pero yo sí espero que termine la división.”

Para los integrantes de la Secretaría Técnica que lideró las mesas de diálogo (MP, CICIG y PDH), debe ser sumamente frustrante ver este enfrentamiento y la polarización que la reforma ha generado. Sin embargo, sería oportuno crear de nuevo un espacio que permita profundizar el diálogo entre la Alianza y el sector privado, pero también convocar a otras organizaciones, que tienen experiencia en temas legislativos o de fortalecimiento institucional como ASIES junto al consorcio que formó con las universidades URL y Usac, así como a CEDECOM, al CIEN y otras que puedan estar interesadas en el debate.

Para que sea viable la reforma constitucional debe reflejar el sentir consensuado de los ciudadanos que buscan un régimen de legalidad y que están dispuestos a someterse al imperio de la ley.

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