Isabel Pinillos
Ipinillos71@gmail.com

Don Iván Velásquez. Amado y odiado a la vez. Héroe y villano. Dependiendo de qué tan cerca esté de afectar intereses, será valorado. Quienes resienten su presencia operan bajo la premisa: “la mayor defensa es la ofensiva”. Sin ser guatemalteco, ha liderado junto con Thelma Aldana la mayor lucha en contra de la impunidad en la historia del país. Su misión es clara: desmantelar estructuras de corrupción, ciego ante a quién pueda afectar.

Pero ahora resulta que algunos han olvidado que gracias a las investigaciones que condujo CICIG en 2015, se gestó lo que se conoció como el “despertar guatemalteco” en donde miles de ciudadanos nos reunimos semana tras semana, para repudiar la corrupción del Estado. Fue la manifestación más prolongada, diversa y con mayor convocatoria nunca antes vista, que reunió a todos los sectores de la sociedad, etnias, edades e ideologías, ante los ojos del mundo.

Pero como un péndulo en el tiempo, después de la euforia sucedió una retracción. Reflexiones posteriores dudaron de la autenticidad de la plaza y hablaron de injerencia extranjera. Don Iván siguió haciendo lo suyo. Y cayeron peces grandes, medianos y pequeños, de todas las profundidades del océano de la impunidad. Y algunos comenzaron a criticar su trabajo. Pero él siguió haciendo lo suyo. El Ejecutivo se quedó acéfalo, y se colocó un gobierno temporal. Hubo elecciones generales. Todos conocemos la historia.

Pero ahora pregunto a quienes buscan desacreditar al Comisionado ¿Acaso olvidan que antes de la CICIG, la impunidad en Guatemala era casi absoluta? ¿Estarían hoy Otto Pérez y Roxana Baldetti detenidos por los millones robados? ¿No tendríamos de presidente al que “le tocaba”? Es muy fácil querer a la CICIG cuando les conviene algunos y querer sacarla cuando sus investigaciones debilitan ciertas estructuras de poder. La cantidad de mafias criminales al más alto nivel desmanteladas por CICIG y el MP es ejemplar en el mundo. A pesar de ello, hoy ciertos grupos radicales piden la destitución del Comisionado Velásquez, y otros hasta la terminación de la misma comisión. El proceso de democratización y la lucha en contra de la impunidad sólo ha mostrado la punta del iceberg, y para fortalecer nuestro estado de derecho, la CICIG debe continuar con el apoyo de todos los guatemaltecos.

Curiosamente, las campañas en contra de Iván Velásquez y CICIG parecen venir en el mismo formato y originarse de quienes hoy están en contra de las reformas constitucionales que se discuten en el Congreso. Esta propaganda de desinformación busca generar temor en los ciudadanos.

Las reformas constitucionales no son solo una agenda de CICIG ni el MP, son esencialmente el motivo por el cual todos los guatemaltecos fuimos a manifestar a la plaza. Buscan la profesionalización de la carrera judicial, la independencia del Organismo Judicial, la reforma de elección de magistrados, la regulación efectiva del antejuicio así como otras reformas engavetadas desde los Acuerdos de Paz, relativas al reconocimiento de la jurisdicción indígena que ya existe desde antes de la fundación del Estado. En este acalorado debate, invito a que estudiemos detenidamente de dónde viene la oposición a las mismas y si el llamado a estudiar más las propuestas no es más que un eterno engavetamiento de la modernización del país.

A diferencia de nuestra Presidencia, el Secretario de Naciones Unidas ha confirmado su apoyo incondicional al Comisionado. Por su parte, el Grupo de los Cuatro ha repudiado esta campaña en su contra. Entiendo que el cambio al status quo sea una amenaza para muchos, pero para el resto de ciudadanos de la plaza, la consigna debería ser: “¡Adelante, don Iván, siga haciendo lo suyo!”

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