Ayer, al ser consultada por La Hora sobre el apoyo con 33 de 34 votos de la Comisión Postuladora que se otorgó a Blanca Stalling, la fiscal general, Thelma Aldana, declaró que lo problemático para quienes resultan electos para puestos que deben requerir alta honorabilidad, es que no se apartan de los compromisos con quienes han influido para darles sus puestos.

Tiene toda la razón Aldana y no solo en cuanto a las elecciones para integración de Corte Suprema de Justicia, sino que lo mismo para la Presidencia de la República, los diputados al Congreso, alcaldes y llegaríamos hasta integración de representaciones como de Junta Monetaria, la misma Conamigua, Colegio de Abogados y todas aquellas instancias en las que sectores y poderes meten las manos para controlar las decisiones y acciones a tomar.

Recordemos que los presidentes “empeñan” su capacidad de tomar decisiones al recibir las millonadas o “donaciones”, como las llama Jimmy Morales, y que todos los que han ganado elección llegan con una gran deuda de la que no han sido capaces de desvincularse. Por ello era tan trascendental que la Reforma Electoral y de Partidos Políticos obligara a una transformación del sistema de financiamiento electoral y de acceso a la participación, siendo los dos temas que quedaron engavetados.

Los diputados legislan a favor de los financistas de sus campañas, de los financistas de sus secretarios generales y de sus socios en el control de Obras del Listado Geográfico. Los presidentes asignan contratos de infraestructura, energía, salud, educación, seguridad y en todos los ministerios a aquellos “amigos” a quienes les tienen favores pendientes.

Como dijo la fiscal, “el deber lo tenemos que tener hacia las Leyes, la Constitución Política y servir nada más a los intereses del Estado”. ¿Qué sería de Guatemala si se mandara a los “cooptadores” a competir en igualdad de condiciones cada licitación? ¿Quién tendría “derecho” a verse favorecido por las exenciones que otorga el Presidente? Ojalá y algún día podamos ver a un presidente ampliamente comprometido y entregado con su ciudadanía por haber sido con ellos con quienes adquirió el compromiso para ser electo.

Pero lo más importante es que en el panorama actual hay que motivar a esa desvinculación de los funcionarios públicos con los actores de poder que los colocaron en sus puestos y que se mantienen como los titiriteros manejándolos a su antojo.

No hay uno solo de los tres organismos del Estado que pueda decir que vive sin esa dependencia de los poderes que los colocaron en sus puestos. Y absolutamente todos siguen cumpliéndoles a cabalidad a los dueños del sistema.

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