Alfonso Mata

En Guatemala, el aumento de los gastos de salud, de la multimorbilidad de las enfermedades crónicas y la persistencia de las infecciosas, la transición demográfica; todo eso, vuelve necesaria la innovación en la prestación de servicios sanitarios. Las tecnologías de salud electrónica, son una herramienta para afrontar estos desafíos.

Hace unos días, el director de un hospital privado me decía «Los estudios en la innovación en el cuidado de la salud son complejos y hay pocas pruebas de que las tecnologías de la salud en línea puedan mejorar el cuidado de la salud y considero que el éxito de la e-salud está a la zaga de las expectativas». La opinión de un ingeniero en sistemas difería un poco «El enfoque clásico del desarrollo de la e-salud ha generado escepticismo porque es impulsado por la tecnología, fomentando así la noción de que la e-salud es simplemente una intervención tecnológica. Esto ha llevado al diseño de dispositivos autónomos y aplicaciones que ignoran la complejidad de la vida real. Empleamos mal esta tecnología pareciera ser el consenso.

Por otro lado, muchos amantes de lo novedoso han ignorado que la innovación requiere más educación y formación que aplicaciones específicas. También pide mejores modelos de reembolso y gobernanza, adaptados a la participación del público y los pacientes, la atención domiciliaria y la organización institucional. En nuestro país, la falacia de que la implementación de la e-salud es un proceso de implementación de sistemas electrónicos que de por si genera el mantenimiento y funcionamiento del personal, ha sido un error. Esto ha resultado en desastres financieros, tecnologías subutilizadas, equipos tirados en patios y cuartos de cachivaches de hospitales y la insatisfacción de las partes interesadas. No es de extrañar que las evaluaciones muestren resultados decepcionantes, por no mencionar el hecho de que los métodos clásicos de evaluación, rara vez son apropiados para evaluar las intervenciones de salud electrónica.

El cambio de un modelo actual de salud en línea por una nueva visión «holística» que vea en la salud electrónica un medio para reformar la atención sanitaria, creando una infraestructura para la participación y eliminando la división tradicional del trabajo y las modalidades de entrega dependientes del tiempo y del lugar, es algo que puede ser la solución de algunos de los problemas administrativos y técnicos con los que los sistemas de salud nacional se enfrentan. El reto en ello está en optimizar la prestación de atención de salud, en integrar la atención tradicional con la atención mejorada por la tecnología de la información y abordar los obstáculos políticos con la salud electrónica. Tan solo en el área financiera, esto evitará, por ejemplo, desperdicios y malos cálculos de adquisición y uso de recursos, reemplazaría el alto costo de atención hospitalaria. En lo técnico podría reencausar el uso de servicios hospitalarios, disminuir las hospitalizaciones, con una mejor atención primaria y prevención.

Finalmente para garantizar la seguridad y la eficacia en la atención en la salud no cabe duda que se deben crear sistemas que mejoren la detección temprana de riesgo, de casos, su atención y la adherencia al tratamiento que reduzca costos. Necesitamos introducir cursos de salud electrónica en las escuelas médicas y de enfermería, facilitar el teleaprendizaje, y aumentar la colaboración en informática de la salud. Para hacer accesible el cuidado a más, debemos mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, implementar modelos de negocio apropiados y desarrollar indicadores para evaluar el proceso, la madurez, la productividad y los resultados del sistema.

Para implementar intervenciones de e-salud basadas en la evidencia, debemos requerir la colaboración nacional e internacional, generando indicadores para orientar la inversión. Existe en la actualidad experiencias valiosas como las de TulaSalud en Cobán y otras internacionales, podrían servir de ejemplo, volviéndolas compatibles con la infraestructura del país, hábitos y cultura. Debemos desarrollar nuestras propias intervenciones de salud electrónica. Los proyectos de manejo de enfermedades deben dejar de estar «centrados en la enfermedad» y convertirse en «centrados en las personas y comunidades» con un cambio de atención institucional a atención comunitaria y domiciliaria. Esto implicaría cambios paralelos en los formatos de financiamiento, capacitación, administración y tratamiento, así como del trabajo del personal y las instituciones.

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