Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Ayer, pese a la oposición de los miembros de la comunidad de guatemaltecos que viven en Estados Unidos, el Congreso de manera precipitada y empujado por el diputado Felipe Alejos, quien se dice que tiene intereses personales en el asunto, juramentó a las personas que, dentro del pacto de impunidad que promovió el presidente Morales, habían sido electas para los cargos ejecutivos en el Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala, Conamigua, lo que provocó profundo malestar entre esas personas que ahora, más que nunca, necesitan del apoyo de su país para enfrentar las serias amenazas que se ciernen sobre su futuro por la política de racismo que se ha ido asentando en muchos lugares luego de la retórica que caracterizó la campaña y está caracterizando la presidencia del empresario Donald Trump.

Justamente una de las razones para que los migrantes repudiaran esos nombramientos fue la actitud de la designada Secretaria Ejecutiva de Conamigua en el sentido de aplaudir la decisión de Trump de construir un muro para dividir al continente americano. Sus posteriores desmentidos no pudieron borrar lo que había quedado ya como evidencia en las redes sociales en las que se mostró un absoluto desprecio para la situación que se vive de parte de esos miles de personas que se fueron desesperadas por la ausencia de oportunidades, por la pobreza y la violencia que se vive en sus lugares de origen y que han encontrado en Estados Unidos la oportunidad para mantener no solo a sus familias con las remesas, sino que en buena medida a toda la economía de Guatemala que depende abrumadoramente de lo que mes a mes mandan para satisfacer necesidades de sus parientes.

Guatemala ha sido de los países que menos apoyo brinda a sus ciudadanos que han tenido que emigrar por las deficientes condiciones sociales y la ausencia de interés por promover el desarrollo humano. El Estado no ha implementado políticas de atención a la gente más pobre y debe saberse que en nuestro país quien nace en condiciones de pobreza está virtualmente condenado a morir así y, lo peor, a ver a sus hijos languidecer en medio de esa opresión que significa tanto la pobreza como la certeza de un futuro adverso por la falta de salud y educación.

Las únicas políticas que prosperan en Guatemala son las que dejan moco a los que las impulsan porque aquí todo gira alrededor de la corrupción y el latrocinio. Y la designación para los cargos ejecutivos del Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala es precisamente producto de esos vicios porque se trata de auténtico compadrazgo en el que se pensó en dar un chance a una “amiga” en vez de analizar cuán crítica es ahora la condición en que tienen que vivir los guatemaltecos que sienten la amenaza de una política gubernamental adversa en Estados Unidos y el crecimiento de sentimientos de xenofobia en su contra ante el aliento que produce a los que creen en la supremacía de la raza blanca el discurso que sale de la misma Casa Blanca.

No hay palabras para calificar ese trinquete de nombrar a una allegada, abandonando a millones que están urgidos de comprensión y ayuda.

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