René Leiva

Entre octubre 1950 y abril 2016, a lo largo de 65 años, 6 meses y medio, en el país de la eterna, funcionó una emisora radial excepcional, eminentemente musical, de nombre Radio Faro, que soportó gobiernos paramilitares y contrainsurgentes, terroristas de Estado, privatizadores y entreguistas, corruptos hasta la aberración patológica… todos, por supuesto, de derecha, pero ninguno se atrevió a profanarla, manosearla, utilizarla para fines espurios o alterar el designio cultural/musical con y por el que fue creada y que mantuvo por décadas. Radio Faro nunca fue un medio estratégico, digamos, para estratagemas politiqueras de propaganda sectaria del gobierno de turno. Nunca fue popular-populachera, de penetración masiva, precisamente por la alta calidad de su música y sensata programación. Políticos y militares probablemente ignoraban su existencia.

Hasta que al llamado Poder Ejecutivo, como mandamases, llegaron Los Hermanos Caradura, unos bufones mediocres conocidos como “Sami» y Yimi», y con ellos sus compinches de circo televisivo (precisamente en uno de los canales señalados de corrupción, propagandista descarado del gobierno patriotista), es decir, los advenedizos que tomaron por asalto a Radio Faro, quienes según se sabe, son miembros de la clica chafarotesca «Tropa loca».

Viene al caso recalcar que el paramilitar partido hoy en el poder, es otro al que su camino fue allanado durante la represión contrainsurgente —como el FRG y el PP, pero hay otros— al ser eliminados físicamente a lo largo de al menos tres décadas muchos hombres y mujeres dignos y pensantes. En 2015, como siempre, el pueblo puesto entre la espada y la pared, dicho «partido» y su candidato presidencial fue votado por el tradicional electorado sin memoria histórica, sin dignidad, sin raciocinio. Electorado irresponsable, cómplice… e impotente llorón. (Siempre queda una libre y consecuente opción llamada abstencionismo). La desnaturalización/enajenación provocada a Radio Faro presenta una repugnante serie de anomalías y abusos que solo sus oyentes más fieles y antiguos han podido percibir. En seguida, algunos testimonios de exoyentes habituales entrevistados, que por motivos de inseguridad (sic) pidieron no ser identificados por sus nombres completos:

A.P.R.: «Lo más abusivo, ofensivo e indignante fue que el advenedizo «director», un perico de los palotes, con vandálica prepotencia, eliminó la bien balanceada programación a que todos estábamos acostumbrados. ¿Con qué derecho? Ahora Radio Faro es una emisora caótica, sin personalidad, de una promiscuidad vergonzosa.»

L.S.R.: «El tipo que llegó allí, tirado con honda chafa, como «director», de voz ratonil, nunca en su (…) vida había oído ni siquiera un vals de Strauss.»

J.A.P.: «Para mí es, o era, una tortura tener que soportar cada cinco minutos la inevitable voz del único locutor identificando a Radio Faro y dando la hora, como cualquier vulgar emisora comercial, como si a nosotros los verdaderos melómanos y filarmónicos tales babosadas nos importaran un carajo.»

L.A.C.: “A mí que no me den consejitos de nada: de salud, nutrición, cuidados del carro, cómo bañar al chucho. Esas abominables cuñas cada media hora han rebajado a Radio Faro a ras de pasquín comercial y de anuncios clasificados. ¡Música es lo que yo quiero, como antes, y no en pedacitos de relleno!»

M.E.F.: «Es ofensa y menoscabo sistemáticos al compositor, a los intérpretes, a la casa grabadora del disco, y no digamos al oyente y al arte musical, eso de mutilar las obras musicales entre cada uno de sus movimientos o partes de que se componen, y sobre todo al final, pues no respetan los pocos segundos de silencio obligado que hay, por ejemplo, entre un adagio y un alegro, y ya no digamos cuando termina la obra, sino que de forma apresurada, violenta, vandálica, irrumpe la grabación con la voz del locutor dando por finalizada, mutilada, la composición. Eso es de idiotas e ignorantes. En la buena música los silencios son parte de su contenido expresivo.»

H.G.V.: «Han convertido a Radio Faro en otra TGW, en cartelera de la farándula, en vocera del gobierno de Los Hermanos Caradura, en una emisora abigarrada, promiscua, sin la personalidad respetable de ayer.»

A.T.H.: «Me preguntó si en Radio Faro existe o existía un inventario, auditado y fiscalizado, del material discográfico y de todas las grabaciones musicales, de sus diversos insumos, es decir, desaparecibles… ¿Su equipo de grabación y de transmisión es susceptible de ser utilizado para fines ajenos o poco ortodoxos?»

R.S.J.: «¿Y los trabajadores antiguos qué? Por conservar su chamba, por temor al cuije de Los Hermanos Caradura, aunque tampoco han sido amantes de la buena música, se han prestado al descalabro de Radio Faro en calidad de obedientes colaboradores.»

J.J.O.: «Ahora Radio Faro me parece una grotesca caricatura, pervertida, de lo que fue por más de sesenta años. Ya no ponen la música que más me gusta. Cada vez está más lejos de mí.»

J.H.V.: «Sale caro poder escuchar algo de música clásica, el precio a pagar es tener que soportar una habladera insulsa, anuncios dizque institucionales, la desdichada identificación viciosa de la radio, a una nutricionista de voz cavernosa, la cartelera cultural. Solo falta que reporten la temperatura ambiental, el tránsito callejero y el precio del dólar”.

M.R.G.: «En la tierra del son, de las guapas mujeres y de la marimba abundan los medios para difundir cualquier clase de ruido tocado o cantado, pero la buena música de Radio Faro fue la maestra de varias generaciones. ¿Algún día la rescataremos?»

B.K.W.: «Ya va para un año que en Radio Faro solo emiten composiciones con duración de 10 o 12 minutos, no más. ¿Por qué? ¿Qué pasó con las obras de media hora o 45 minutos, los grandes conciertos, sinfonías, ballets, sonatas, música incidental..,? ¿Qué pasó con las sinfonías de Brahms, Mahler, Dvorak, Bruckner?»

J.L.F.: «Según monitoreo hecho por una de mis hijas, ahora Radio Faro no pasa de poner los mismos diez o doce discos cada día. ¿Y todos los demás discos y grabaciones diversas, únicos en Guatemala?»

Concierto

M.A.H.: «¿Qué pasó con Titanes de la música, el Concierto del mediodía, Partituras clásicas, Música de cámara, Clásicos de complacencia, y otras secciones que tanto deleitaron a los pocos melómanos del país? ¿Qué se cree el prepotente advenedizo que llegó a arrasar esa pródiga tierra musical?»

A.F.Q.: «Lo que ahora se oye en Radio Faro equivale a tortrix, risitos, comida chatarra, shucos… Teniendo ¿O tenían? suculentas y nutritivas viandas musicales, platos fuertes, manjares exquisitos, refinadas y variadas ensaladas del arte sonoro. Es diabólico eso de imponer el mal a lo que está o estaba bien.»

J.S.G.: «Ese que se apoderó de Radio Faro no lo hizo por amor a la buena música, que estoy seguro no le gusta ni entiende”. Llegó a figurar, a ver qué saca, a utilizarla quién sabe para qué fines ajenos a la cultura.»

S.N.U.: «En el Patrimonio Cultural de la Nación, una tradición programática de por lo menos medio siglo fue borrada, literalmente, de la noche a la mañana. La prepotencia cachimbira.”

L.N.T.: «Tal vez Radio Faro vuelva a su calidad de siempre cuando queden de presidentes constitucionales de la República de Guatemala Los Tres Huitecos, a quienes les toca después de Jaimito y Samuelito, siempre y cuando los de Huité se pongan firmes.»

J.F.C.H.: «Y vos, licenciado Maximiliano Araujo y Araujo, asesor vitalicio del glorioso Ministerio Sin Cultura Ni Deportes, desde tiempos de mi general Reyna Barrios, si acaso lees esta babosada (perdón), hacé algo al respecto, no jodás; algo a favor, se entiende, ¿o es que sos obediente y no deliberante? Te tengo por buena gente, no hagas que cambie de opinión.»

Por respeto a Diario La Hora y a sus cultos lectores no se reproducen aquí las opiniones y comentarios con una gran carga de epítetos francamente injuriosos y ofensivos hacia las actuales «autoridades» (de alguna forma hay que llamarlos) de Radio Faro, quienes así duren lo que duren en ella no podrán despojarse de su calidad advenediza y usurpadora.

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