Félix Loarca Guzmán

Mi columna de hoy estaba destinada al fenómeno de las protestas que se están produciendo dentro y fuera de Estados Unidos, por las medidas antimigrantes que el presidente Donald Trump, ha emitido en los últimos días. Sin embargo, tuve que cambiar el tema, al enterarme de la noticia del fallecimiento del doctor Carlos Guzmán Böckler, uno de los grandes intelectuales y principal precursor de la Sociología en Guatemala.

El doctor Guzmán Böckler fue mi maestro en la Universidad de San Carlos, y como consecuencia de la fructífera experiencia académica en sus cátedras, él me distinguió con su amistad. Incluso me hizo el honor de escribir el prólogo de mi libro Asesinato de una Esperanza, publicado el año 2009 bajo el patrocinio de esa casa de estudios, como homenaje a la memoria de Manuel Colom Argueta, máximo líder de la oposición en Guatemala.

Por esas razones, decidí escribir estas líneas, cuya redacción -innecesario está decirlo- se encuentra perturbada por el inesperado viaje sin retorno de este maestro y amigo, que tanto amaba a su patria, a su familia y a todos los que postergados o explotados luchan sin tregua por fortalecer la resistencia en contra de los resabios del colonialismo, que desde hace más de 500 años impusieron los conquistadores europeos, sembrando la semilla de la violencia que aún agobia a nuestro pueblo.

Se graduó de Abogado en la Universidad de San Carlos. Posteriormente realizó estudios de posgrado en Chile y en Francia en las áreas de la Sociología y Antropología Social.

Publicó varios libros en las más prestigiadas editoriales. Junto al sociólogo francés Jean- Loup Herbert, en los años 70 escribió su primera obra: Guatemala: una interpretación Histórico Social. Es un libro clásico en el que reivindica un lugar para el indígena en la historia y en el análisis por clases sociales. Fue un abanderado del pueblo indígena al que consideraba una clase oprimida.

Opinaba que las religiones enseñan a creer y no a pensar. Criticaba sin tapujos a la política nacional. Detestaba la ignorancia, la cobardía y el abuso del poder. Era un amante de la libre expresión del pensamiento. Siempre afirmó que los libros son la universidad de la vida.

Sin duda, su fallecimiento constituye una pérdida muy grande para nuestro país y llena de luto a los movimientos progresistas. ¡Que en paz descanse!

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