Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
En tiempos de Oscar Berger, dizque para transparentar los ingresos del Presidente, se estableció oficialmente como sueldo la cantidad de 146,950 quetzales mensuales y en todo el mundo es motivo de comentarios que uno de los países con más pobres en América Latina tenga al Presidente que algunos consideran como el mejor pagado del mundo. Cuando fue electo, el presidente Morales dijo que él donaría 60 % de su sueldo y ayer anunció que no podrá seguir haciéndolo por los costos extraordinarios que tiene que afrontar debido a los problemas familiares que enfrenta, lo que se entiende como la necesidad de gastar buena plata en la defensa legal de su hijo, lo cual resulta plenamente comprensible.
Sin embargo, lo que nunca se dijo es que el Presidente donaría 60 % de su sueldo base o nominal y nadie sabía que el mismo es de apenas 41,950 Quetzales (casi lo que gana cualquier magistrado y algunos ministros), lo que deja otros 105,000 fuera de la magnánima actitud anunciada por el gobernante. En otras palabras, públicamente se sabía que desde tiempos de Berger los gobernantes del país reciben 146,950 quetzales al mes y cuando Morales hizo su impresionante oferta de donar mensualmente más de la mitad de sus emolumentos, obviamente se supuso que era sobre la totalidad de lo que devenga en el cargo, tomando en cuenta además que no tiene ningún gasto porque habitación, comida, vehículos, viajes y hasta menudencias como el cepillo de dientes que usa, todo se lo proporciona la SAAS a él y sus parientes.
Cuando La Hora, con base en la Ley de Acceso a la Información pidió información en octubre del año pasado sobre las donaciones que hacía el Presidente con su salario, recibió una información fragmentada e incompleta que no permitía establecer el monto total ni, por supuesto, los destinatarios de la caritativa actitud del presidente Morales y tampoco se dijo que fuera únicamente sobre sueldo base.
Yo, ingenuamente, pensé que Morales había ofrecido entregar sesenta por ciento de sus emolumentos y francamente admiré el gesto porque considero que un salario como el que tiene el Presidente es una ofensa para la población de un país como el nuestro. La idea de que con un sueldo así no van a robar, que fue lo que dijeron los funcionarios de Berger cuando dispusieron ese sueldazo, son puras babosadas porque la corrupción no tiene límite y el que tiene poco quiere más, pero quien tiene mucho no se siente nunca satisfecho. Si no, pregúntenle a Pérez Molina para quien un sueldo de más de un millón setecientos mil quetzales al año no fue suficiente pues no se podía comparar con negocios como el de TCQ, entre otros, que iba a significar sesenta millones de dólares en mordida.
Hasta para donar hay que ser transparente y el señor Morales debió informar desde el principio lo que estaba realmente entregando a causas o personas necesitadas. Y como bien dijo hoy don Próspero, de repente arman una «cooperacha», esta vez no para comprar helicópteros o costosos regalos, sino para pagar la factura legal provocada por aquella otra factura ilegal.