Marco Tulio Trejo Paiz

Ya vamos dando los primeros pasos en el segundo año de gobierno del ciudadano Jimmy Morales, con la esperanza de que tenga buenas realizaciones en beneficio de este semiabandonado pueblo, en gran parte empobrecido.

El régimen tiene varios retos que debe afrontar con decisión mediante medidas adecuadas a las realidades que están dejando mal parado al decantado sistema democrático, digno de ir mejorando el quehacer del régimen del presente y del futuro.

El narcotráfico que mina la salud de la juventud en especial, va de largo la violencia, sigue causando luto y lágrimas en el seno de muchas familias; la corrupción en diversas esferas oficiales, en vez de ir menguando ya está a lo alto hasta lo bajo, no obstante que se le está combatiendo por los hombres con «h», pero los sin «h» no dejan el empedrado camino.

El Congreso, que está como a reventar y a desbordarse de tantos diputados que metió por conveniencia de los politiquientos de otros días tenebrosos, es un ejemplo de la desdorosa situación que está imperando.

Es deseable y de esperarse que don Jimmy recobre con efectividad, en pro de este perturbado país, la mejoría de la obra integral que le corresponde obligatoriamente hoy que tiene por delante la maquinaria gubernamental con todas las herramientas que se requieren para hacer una obra positiva del Estado.

De manera, pues, que el actual timonel de la nave gubernamental tiene que manifestar que el movimiento se demuestra andando en los años restantes del período que se le irá reduciendo en cuanto a lo que tiene programado con el concurso de sus asesores de los diferentes ramos administrativos.

El primer año de sus importantes y delicadas funciones ha puesto en evidencia que tiene buenas intenciones de trabajar para que el mare mágnum de realidades negativas casi por completo que dejaron los predecesores (hombres y mujeres) que, en mala hora, cargaron con un volcán parecido al de Acatenango, que impidió la obra social que mejoraría la vida de millones de personas hundidas en las charcas de la lipidia, ¿verdad Juan Pueblo?

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