Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
Si de algo me arrepiento en la vida es de haberle hecho caso a César Barrientos cuando me comentaba las presiones que estaba recibiendo, pero me decía que no dijera nada. No le pudieron encontrar nada a él, pero su hijo la sirvió en bandeja de plata para que las presiones se convirtieran en pesadillas, y eso provocó que se terminara quitando la vida.
Y esa situación es la que ahora me hace ver con preocupación lo que está atravesando la magistrada María Eugenia Morales Aceña, porque a pesar de que no la conozco personalmente, he sido testigo de su trabajo y sé que su presencia incomoda en una Corte que fue electa por pactos alcanzados entre grupos oscuros que entendían que para blindarse de cualquier cosa necesitaban una Corte con mayoría.
He tenido acceso a suficiente información para entender que la presidenta de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Silvia Valdés, está protegiendo a quien la nominó para el cargo. En nuestro medio publicamos una entrevista en donde la magistrada Valdés defendía a Blanca Stalling sin saber que al día siguiente de la entrevista pasaría lo inevitable, es decir, Stalling sería denunciada porque el poder la emborrachó y no cuidó más las formas para ejercer influencias.
El jueves la Presidenta de la CSJ emitió un comunicado acusando a Morales Aceña, luego de que ésta denunciara anomalías en un acta de la Corte que, además, favoreció a Luis Rabbé. Ayer Supervisión de Tribunales, que no ha iniciado la investigación contra Stalling, volvió a llegar al despacho de Morales para mantener la presión.
Morales Aceña está sujeta a rendir cuentas y a ser investigada si se amerita como todo funcionario, pero el tema aquí es que debemos estar muy atentos porque es muy claro que Valdés y Stalling han arremetido contra ella, porque Morales no se deja llevar por las corrientes que terminan pactando todo como si la justicia fuera un negocio.
El día que ganó Valdés y se fueron a comer al restaurante Altuna, La Hora se enteró por un comensal que estaba en el lugar, y cuando nos hicimos presentes pudimos constatar que estaban Stalling, Valdés, el expresidente de la CSJ, entre otros, pero no se encontraba Morales, lo que dio indicios claros de que ella no estuvo de acuerdo con el actuar de la Corte y ahora se le empiezan a cobrar las facturas.
Hay mucha gente que no está de acuerdo con las reformas al sector justicia, es lo que se entiende, pero entonces que hagan una propuesta coherente, que ataque los vicios del problema porque solo oponerse sin plantear alternativa manda un mal mensaje, puesto que este sistema, este modelo, es insostenible para el honrado, pero fértil e ideal para los pícaros a quienes les fascina navegar en aguas turbulentas.
Creo firmemente que debemos trabajar sobre lo que nos une y no sobre lo que nos divide, pero lo que es una verdad irrefutable es que de seguir así, nuestra justicia nunca será ciega, pronta y cumplida si no seguirá siendo secuestrada, al servicio de las mafias y lenta para asegurar impunidad.
He dicho que a los buenos funcionarios hay que apoyarlos y, por eso, sirvan estas breves líneas para expresar mi apoyo a la magistrada Morales Aceña, haciendo un llamado a la ciudadanía para que despierte y ejerza su papel.