Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Guatemala tiene muchos problemas y hay gravísimas deficiencias en la estructura misma del Estado que requiere de atención permanente para provocar los cambios necesarios. Sin embargo, la coyuntura actual es gravísima para un enorme contingente de guatemaltecos que viven en Estados Unidos, porque no solo desde la Casa Blanca se emiten órdenes terribles en su contra, sino que en muchos lugares los seguidores de Trump están mostrando actitudes de racismo extremo en su contra y no faltan autoridades locales que ya emprendieron una especie de cacería en su contra y son molestados simplemente por su aspecto.

Nuestro gobierno, mientras tanto, se limita a pedirles que tengan calma y los diputados usan la Comisión Nacional de Atención al Migrante de Guatemala (Conamigua) como instrumento de pago para el partido TODOS por su incorporación al pacto de impunidad que promovió el presidente Morales. Pese a que Trump agredió directamente a los centroamericanos cuando dijo que el muro era para contener la migración de estos países, nuestras autoridades guardan penoso silencio sin emitir ni siquiera una señal de indignación por lo que está ocurriendo.

Estados Unidos tiene que recordar que, al menos en el caso de Guatemala, Washington tiene una enorme responsabilidad en nuestra situación social de pobreza porque en 1954, para proteger los intereses de la United Fruit Company, montaron un operativo patrocinado por la CIA para derrocar al gobierno que estaba intentando reformas que hubieran creado condiciones para evitar que la migración fuera la única salida para los habitantes del país. Imposible saber cuál hubiera sido la situación de Guatemala si se realiza una reforma agraria como la que ha sido exitosa en otros países capitalistas o si se promueven programas sociales de atención a los más necesitados. En todo caso, nada pudo hacerse porque la intervención acabó con todo para instalar regímenes que empezaron a generar los vicios de corrupción que hoy mantienen tan pobre al país.

Porque lo cierto del caso es que si Guatemala hubiera invertido sus recursos provenientes de los impuestos en el impulso de políticas de desarrollo humano, los guatemaltecos no hubieran tenido que emigrar masivamente como ha ocurrido. Por supuesto que ningún gobierno de Estados Unidos asumirá su responsabilidad y menos el de Trump, quien no tiene ni conocimiento ni interés por la historia ni por las realidades evidentes, pues vive en una burbuja de fantasía populista inexplicable e inentendible.

El caso es que ni siquiera porque el país depende de las remesas familiares que producen más de siete mil millones de dólares al año, nuestras autoridades les muestran a los migrantes un mínimo de solidaridad. El mundo entero tendrá que cerrar filas ante las insensatas y absurdas políticas que está promoviendo la Casa Blanca, so pena de que se produzca el mayor descalabro en las relaciones exteriores en la historia contemporánea. Desafortunadamente por la migración caímos en la primera fila del ataque y debemos, cuando menos, disponer de instrumentos idóneos para atención al migrante y dejar sin efecto ese pago que se hizo a un dirigente de TODOS por su disposición a ser parte del más funesto pacto político, aquel que se centra en promover impunidad.

Artículo anteriorEl verdadero muro a derrumbar
Artículo siguientePara pagarle a Trump