Raúl Molina
El Estado guatemalteco se ha aprovechado de los esfuerzos de las y los migrantes guatemaltecos, que desde el 2000 hemos aportado más de 80 mil millones de dólares y hemos sacado a casi dos millones de connacionales de la marginalidad y la pobreza, al igual que a sus familias en Guatemala. El año pasado, en medio de la xenofobia, el racismo, la persecución, las amenazas, las deportaciones (como nunca en la historia) y la impuesta Alianza para la Prosperidad, aún enviamos más de 7 mil millones de dólares. La respuesta del Estado a las necesidades de la población migrante ha sido insignificante, insuficiente e ineficiente. No se promovió ninguna medida de protección, no se definieron políticas de acompañamiento y el Presidente obedeció a ciegas órdenes emanadas de Washington.
La maquinaria antiinmigrante de Trump y los Republicanos ha empezado a cerrar todas las vías humanitarias para atender la migración desde el Sur, que es imparable en tanto se combinen el subdesarrollo tan pronunciado en la región mesoamericana, por un lado, y la necesidad, por el otro, de mano de obra barata para hacer funcionar la economía estadounidense. La compulsión por erigir 2 mil 300 km del “Muro de la Vergüenza” llevará al país a la quiebra, como ha hecho Trump con sus negocios; pero en este caso no tendrá bancos que lo rescaten. No solamente sucesivos endeudamientos internos y, recientemente, con China, han hipotecado los próximos 50 años de esa nación, sino que con otros enormes gastos militares garantizan ya la insostenibilidad del imperio. En todo caso, para dificultar la construcción del muro, coincidimos con el llamamiento de organizaciones de migrantes para que ninguna mano latina participe. Trump se lanza ahora contra los “santuarios” de migrantes, quitando los fondos federales para las ciudades que ofrecen acogerles, y también contra las medidas de protección a migrantes indocumentados, como la que daba la oportunidad de buscar la regularización de centenas de miles de jóvenes que fueron llevados por sus padres a Estados Unidos como menores. Al estilo de lo hecho por Hitler contra los judíos, los pasos siguientes podrían ser la eliminación del TPS y la criminalización de las entidades que apoyen a las y los migrantes. La vida ya clandestina de las y los migrantes y sus familias pasará a ser una clara sobrevivencia de “catacumbas”, “trenes subterráneos” y heroicos refugios.
Para colmo nos toca tener un gobierno inepto y entregado a los designios del Norte que hará muy poco por apoyar. En vez de acudir Jimmy Morales a reforzar con su presencia la V Cumbre de la CELAC, en donde el fenómeno migratorio y las medidas de Trump fueron parte de la agenda, ha preferido “no ofender” a ese gobernante y quedarse callado. Para colmo, aprovechándose del “secreto” de la repartición de comisiones y de cargos en el Congreso, se nombraron dos personas encargadas de Conamigua que garantizan que se seguirán gastando millones de quetzales en no hacer nada. Morales debe enfrentar la agresión de Trump contra la migración y hacer causa común con gobernantes latinoamericanos dignos. El cambio de rumbo es hoy urgente.