Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com
Indudablemente los seres humanos nos vemos afectados involuntariamente por los hechos que acontecen en nuestra familia, los cuales se pueden ver agravados por la publicidad que se produzca en nuestro entorno.
La angustia es una aflicción de tristeza, de presión, a la que nos vemos sometidos, especialmente cuando por ser figuras públicas cualquier hecho que se suscite negativamente produce una presión en contra de nuestra paz y tranquilidad emocional y espiritual.
El Ministerio Público y la CICIG efectuaron recientemente una conferencia de prensa donde señalaron que hace algún tiempo el hijo mayor (en ese entonces de 19 años) del Presidente de la República, Jimmy Morales, y su hermano, estaban siendo investigados por la comisión de un posible delito, al haber participado en la acción de tres operaciones y/o cobro al Registro de la Propiedad Inmueble que durante el gobierno patriota presidía la cuestionada dirigente política Anabella de León, quien de conformidad con la ley es la principal cuentadante de esa institución en la que había sido nombrada por Otto Perez Molina y Roxana Baldetti.
Los hechos señalados se habían producido mucho antes que el presidente Jimmy Morales fuera candidato a la Presidencia de la República y por supuesto presidente electo.
En esa conferencia de prensa nunca se señaló al Presidente en lo personal de responsabilidad alguna; sin embargo, no cabe la menor duda que la publicidad que posteriormente implicó la decisión de la juez competente, quien dictó innecesariamente prisión preventiva en contra del hijo y hermano del presidente Jimmy Morales ha causado una enorme “angustia” sobre la esposa del Presidente, como madre; sobre el Presidente como padre y sobre la totalidad de dicha familia.
Una cosa es investigar un posible delito, plantear una acción penal y requerir con el Ministerio Público una medida preventiva de detención en contra del hijo y hermano del Presidente y otra cosa es la enorme publicidad que conlleva una conferencia de prensa a nivel nacional, por parte del Ministerio Público y de la CICIG.
Como ya lo he señalado, el escándalo es en mi opinión aún más grave que la comisión de ciertos delitos, el impacto y las consecuencias del mismo son imborrables aun cuando durante el proceso penal se pudiera dar la circunstancia que la acusación no se lograra confirmar mediante una sentencia firme y ejecutoriada, por ello es que la Constitución de la República establece la presunción de inocencia; sin embargo, esa presunción se ve lesionada por el hecho que conlleva una conferencia de prensa nacional y las numerosas noticias que en los medios de comunicación radiales, televisivos y escritos se deriva.
El hecho, hecho está. Es como cuando se rompe un cristal, puede ser repuesto; pero el escándalo es imposible de borrar y la angustia y el sufrimiento que el Presidente de la República, su esposa y familiares están sufriendo no podrá ser enmendado.
No soy amigo del Presidente y su familia, no me he reunido con nuestro primer mandatario salvo un saludo que intercambiamos muy brevemente en la Nunciatura y en la conmemoración de los 20 años de la suscripción de los Acuerdos de Paz; sin embargo, estimo, por experiencia propia, que no se debería de incurrir en estos abusos y excesos que implica el escándalo y la publicidad que se ha dado sobre el tema.
¡Guatemala es primero!