Francisco Cáceres Barrios

Como tantos chapines estoy harto, hasta el copete, por enterarme todos los días del sinnúmero de hechos delictivos que no se castigan ejemplarmente en mi patria, fuera porque el sistema no funciona, porque el cinismo priva sobre la lógica, se incumple con la ley o porque el abuso es el común denominador de la gran mayoría que ocupa un cargo público. Por ello y no por otra cosa estoy de acuerdo y me complace comprobar que ahora se esté procesando a los sospechosos de haber cometido un delito, aunque los encartados sean el hijo, el hermano o cualquier otro miembro de la familia del Presidente de la República. Eso sí, no soy tan mezquino como para solazarme por el mal trance que están pasando sus familiares y mucho más sus papás. Como decimos corrientemente, no me gustaría estar en sus zapatos.

Lo que sí me importa y mucho, es el efecto que la impunidad tiene sobre nuestra sociedad, sea porque no ocurra nada o porque el monto de lo perdido de la multa o falta sean cosa de poca monta, como lo que ocurre cuando el irresponsable conductor de un vehículo automotor se pasa la luz roja del semáforo o como el trinquete que nos ocupa no haya sido superior a cien mil quetzales. Es que el dinero no es lo más importante sino el hecho cometido. A mis años no he olvidado cuando de patojo me dieron una buena cinchaceada por haberme quedado con el vuelto de tres centavos del quetzal que costaba un libro, por lo que hoy todavía estoy bendiciendo y agradeciendo a mis padres el castigo y el buen ejemplo recibido.

Bien dijo el doctor, médico, músico y filósofo Albert Schweitzer: «A la hora de influir en las personas, el ejemplo no es lo más importante. Es lo único importante». Por ello estoy complacido con el actuar del jefe de la CICIG y de la señora Fiscal, como de las demás autoridades que, si ningún miramiento y aun corriendo serios peligros, amenazas y críticas acérrimas, procedieron con estricto apego a la ley.

Pero ello no significa que los guatemaltecos estemos satisfechos con lo que hasta la fecha se ha logrado. Todavía falta un buen trecho por recorrer para lograr la captura y procesamiento de quienes cometieron delitos en contra del Estado y de la población, como que hay un sinnúmero de hechos que todavía faltan por investigar, recabar las pruebas necesarias, capturar y procesar para que quienes resulten responsables sean castigados con todo el peso de la ley, sabiendo muy bien que todo ello ni es cosa fácil, ni se puede hacer de un día para otro.

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