El discurso de toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no puede invitar al optimismo cuando, evidentemente, una de las medidas más fáciles con las que podrá imponer su idea de “pagar por el muro” será el castigo a los migrantes dentro de los que están los guatemaltecos.

En este sentido, hay quienes dicen que por medio de castigar el envío de las remesas es como la nueva administración pretende generar presión para obtener dichos recursos y salta a la vista que el ímpetu del gobernante, que entra con muy baja aprobación, será mantener a su reducido porcentaje de seguidores por medio de las ideas radicales que lo impulsaron en la campaña.

Hay que recordar que, durante la era de Barack Obama, a pesar de haber establecido políticas de apoyo a la comunidad hispana y de beneficio para los migrantes, se tuvo también el más fuerte y consistente programa de deportaciones para los migrantes guatemaltecos sin estatus legal.

Y el panorama se complica más cuando vemos que el Estado mismo en Guatemala no comprende la importancia que los compatriotas en el exterior representan. Primero, porque son los héroes que han dejado a sus familias para ir a buscar una mejor forma de aportar al sostenimiento del hogar; segundo, porque son el verdadero sostén de la economía del país.

Una muestra de cómo es que el Estado como tal ha abandonado a sus compatriotas, está con la reciente elección de la Conamigua en la que los diputados hicieron el arreglo para que desde la bancada TODOS, Felipe Alejos pudiera pagar “favores” de cuando fue cónsul en Miami, puesto que obtuvo por ser parte de la familia financista de la campaña de Álvaro Colom.

Conamigua, Ministerio de Relaciones Exteriores y, en general, todas las instancias públicas deberían estar dedicadas a atender a esos compatriotas que con sus recursos permiten que el salario mínimo sea tan mínimo, ya que, sin las remesas, quién sabe dónde estaría el país.

Para las autoridades locales está servida la mesa con la excusa del endurecimiento en las políticas migratorias que propondrá Trump. Recordemos que en la política exterior guatemalteca de los últimos años nos han acostumbrado a ser operadores de la ineficiencia y gestores a favor del sistema.

Lo urgente, es que se escuche a la comunidad migrante, se le atienda y ayude. Hay que hacer, aunque sea a la fuerza, que los recursos y esfuerzos del Estado en su conjunto puedan servirles en la misma dimensión en que ellos nos mantienen.

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