Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Si no nos ponemos las pilas nos van a dejar en la calle esa partida de pícaros que armó con mucha paciencia todo el tinglado para dictar la justicia en Guatemala. Yo no sé cómo hacerlo. Solo sé que con valor y decoro debemos hacer valer nuestros derechos porque para eso vivimos bajo un régimen republicano ¿O es mentira que nuestros antecesores lucharon por ello porque el pueblo se lo merece? Repito, no sé cómo hacerlo, a lo mejor tendremos que salir a las calles. A lo mejor más combativos, más exigentes e insistentes frente a los tres organismos del Estado, pues la verdad es que los tres están pal tigre.

Ayer vi llorar amargamente a una señora porque le habían robado a su hijita su nueva mochila llena de útiles que ¡Solo Dios sabe cuánto trabajo le había costado juntar para comprarlos! Pero el presidente Morales, apenas el pasado fin de semana había asegurado frente a todo el mundo que la delincuencia había disminuido. Ayer también vi a una señora que caminaba por la calle cargando un escritorio, detrás de su hija, rumbo a la escuela, porque los corruptos gobernantes no habían dejado el pisto suficiente para comprarlos. ¿Será eso justo, equitativo y constructivo para la patria?

Por eso digo que debemos seguir peleando nuestros derechos, porque estamos hasta el copete de ver llegar a los tribunales a tantos pícaros abogados diciendo que son muy honrados, como que no tiene nada de malo vender un apartamento, aunque no cuadren las fechas, las cifras, mucho menos las intenciones. ¿A quién creen que engañan? Ni sus familiares confían que su actual posición económica proviene de negocios lícitos, sino que por muchos años maquiavélicamente han llegado a amasar una fortuna, mientras los honrados Pedro y la María se han pasado toda su vida trabajando por pocos centavos que no llegan a ser ni siquiera un mísero salario mínimo.

Por eso hasta que me muera seguiré escribiendo en un medio independiente, honrado y digno, no porque lo diga un eslogan o porque suene bonito, sino que a través de tantos años ha sabido demostrar que lo que se dice sale del corazón y la mente honrada de quienes lo escriben y no como producto del dinero que se guarda en los bolsillos. Porque sigue siendo más sucio el dinero que se obtiene haciendo cosas con engaños, mentiras, falsedades o manipulaciones, como por ejemplo, ponerse a escribir o a leer discursos como guión televisivo, lo que bien podrá entretener un rato, pero nunca llegará a ser una verdad a toda prueba. No queda otro camino. Dejemos de lado la pasividad y sigamos peleando nuestros derechos.

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