Lucrecia de Palomo

Iniciamos el año 2017 y con él un nuevo ciclo escolar. Según la ley de educación nacional (que poco o nada se respeta por no tener reglamento, a pesar que desde su publicación en 1992 se ordena que en seis meses debe tenerlo aprobado) el ciclo debe diseñarse según las necesidades de los grupos. Hoy por hoy solo se tienen dos ciclos, el tradicional de enero a octubre y el que se ha puesto de moda, copia del americano, de septiembre a junio. La idea no era seguir al norte, sino satisfacer las necesidades comunales, para que los niños no abandonaran la escuela al acompañar a sus padres a los trabajos temporales; se busca que la escuela se acomode a ellos.

Iniciar siempre es reconstituyente, sobre todo cuando de las crisis vividas se decide hacer cambios que puedan mejorar el quehacer. Desde hace dos años, observo e investigo las cambiantes conductas en la comunidad educativa: estudiantes, padres y maestros. Se rompieron los esquemas tradicionales de dos de estos grupos, pero la educación sistematizada no tuvo variantes. Ante los cambios sociales y culturales es imposible alcanzar los objetivos de un sistema que no se adapta.

Tres generaciones han sobrevivido al diseño del sistema educativo escolar actual que inicia con los Baby Boomers (1945-1965) que nacen luego de la II Guerra Mundial; para ellos el trabajo fue lo más importante, valoraban la productividad y no toleran el ocio; las escuelas se convierten en educadores de los grandes empresarios y buenos trabajadores. Su descendencia, la generación X, son los niños que nacen durante los años 1965-1981. Ellos nacen en un ambiente de tecnología analógica y en su madurez se trasladan a la digital, viven la llegada de Internet y aceptan las reglas de la tecnología y conectividad, aunque no logran desprenderse de una vida de organización ya son parte de la inmediatez. Los boomers y los X, se adaptan bastante bien a la escuela diseñada al estilo industrial post guerra, donde se parcializa el todo, las normas son rígidas y no se permite que opinen o piensen, tan solo actúen de la manera establecida.

Sin tomar en cuenta los cambios generacionales, el sistema educativo sigue hoy siendo el mismo; poco ha cambiado desde los boomers. Pero… los estudiantes son muy distintos, los conocidos como generación Z. A pesar de las investigaciones de pedagogos que sugieren cambios en las estructuras educativas poco o casi nada se logra por el sistema imperante y por ello no se pueden equiparar las necesidades e intereses de ellos con los estudios. Esto conlleva a tener en el aula a un estudiante sin motivación, cuyos intereses son diametralmente opuestos a los del maestro y por supuesto al sistema educativo estatal caduco, sin norte y gobernado por economistas que ponen camisas de fuerza en las aulas.

Los jóvenes nacidos entre los años 1995 hasta hoy son nativos digitales que manejan la tecnología como si fuera un miembro más de su cuerpo. Para ellos las redes sociales son parte de su cotidianidad, no perciben la vida fuera de ellas; son youtubers. Fueron educados y toman los paradigmas de sus padres millennials (impacientes y desafiantes, la calidad de vida es prioridad, para ellos no existen fronteras ni límites y en su mayoría olvidaron a Dios).

Estos son los retos al sistema educativo que sigue hablando de “calidad” educativa desde la perspectiva económica, de estándares universales que a los estudiantes no les dice absolutamente nada. Esto es a lo que se enfrentan los docentes que poco o nada conocen sobre las características de sus estudiantes y que están instruyendo para que ganen los exámenes del Mineduc, porque para muchos en nuestra sociedad eso es calidad educativa y por ello cada día hay menos estudiantes en el sistema.

Para quienes no han hecho el cambio, deben hacerlo ya, iniciar en este ciclo. Se debe revisar el Currículo Nacional Base y poner en práctica una serie de estrategias en las cuales los estudiantes se sientan involucrados y dejen el choque frontal entre docentes, sus padres y el sistema; ¡que aprehendan lo que necesitan para ser exitosos! A los maestros que acepten el desafío, feliz ciclo escolar.

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