Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Esta mañana visitó La Hora la planilla que encabeza Joaquín Medina Bermejo para dirigir el Colegio de Abogados en una elección que, obviamente, es crucial no solo para esa institución sino para la misma institucionalidad del país por el papel que tendrá que jugar el próximo presidente del gremio en la elección del futuro Fiscal General. Es la séptima planilla que será inscrita, según su estimación, y los ejes de trabajo que proponen están centrados en los temas de defensa del colegiado, de la capacitación profesional, descentralización, realizar más publicación y el fondo de prestaciones de los miembros del Colegio.

Creo, sin embargo, que cualquiera que en esta coyuntura tan especial quiera dirigir el Colegio de Abogados y no aborde la problemática política, derivada de la cooptación que se ha dado a partir de las Comisiones de Postulación, simplemente está entreteniendo la nigua y esperaría de esta planilla un compromiso muy abierto para no solo enfrentar los vicios, sino para denunciarlos públicamente ahora que se está realizando este proceso electoral, entendiendo que se ofrece una plataforma para explicar a la opinión pública cómo es que se fue produciendo ese largo y efectivo proceso de prostitución que dejó afuera los méritos académicos y el prestigio profesional, baluartes antaño para escoger a cualquier Presidente del Colegio de Abogados, para dar paso a la compra de voluntades mediante campañas millonarias que se realizan para llegar a un puesto que se ejerce en forma ad honorem. ¿Cuál puede ser la razón por la que un grupo de abogados gasta millones para competir por la Directiva si los cargos no reportan ningún beneficio económico para ninguno de los aspirantes?

Antaño un abogado podía no ser monedita de oro ni caerle bien a todo el mundo, pero si tenía mérito profesional y prestigio, era apoyado por la mayoría de agremiados. Y pongo el ejemplo de mi amigo Alfredo Balsells Tojo, quien por su forma tajante de actuar y proceder, no era alguien que fuera considerado simpático pero, sin embargo, cuando el Colegio vivió un momento de crisis, fue el escogido para devolverle la posición que históricamente había tenido y no defraudó a nadie. Es el mismo Alfredo Balsells que luego fue miembro de la Comisión de Esclarecimiento Histórico que hizo un papel correcto en el análisis de lo que había ocurrido durante el conflicto armado.

Hoy, en cambio, hace falta gastar millones para ser electo Presidente del Colegio de Abogados y haría falta un milagro para derrotar a los grupos que no solo reparten viajes a España entre los agremiados, sino que además regalan apartamentos en la zona 14 a los que les hacen los mandados en las Comisiones de Postulación.

Esas realidades las tiene que denunciar cualquier planilla que desee realmente cambiar las cosas y atacar a fondo los vicios. Por supuesto que los temas de interés gremial son importantes y cuentan, pero nunca tanto como el valor cívico y entereza para señalar los derroteros que ha tomado ese importante colegio profesional a partir de la creación de las Comisiones de Postulación.

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