Marco Tulio Trejo Paiz

En Irán, en Arabia Saudita y en otros países no se andan con flojeras y demoras en los tribunales de justicia para juzgar a los ladrones, pero en México les cortan las manos.

En nuestro país los peligrosos amigos de lo ajeno que agreden a sus víctimas los tratan como si fuesen mansas palomas.

Las cárceles están llenas, pero muchas de esas joyitas andan libres, campantes en todas partes, dispuestas a seguir sus delictivas garfadas… ¡y qué!

Y los mentados derechos humanos salen por aquí y por allá en defensa de los mencionados pícaros consumados, mas no consumidos porque, como cualquier animal de engorde, ya descuartizado, se pone a la venta a precios prohibitivos como de turcos caídos en nuestro suelo.

Los DD. HH., según se comenta, entre la población, defienden a los vagos y malhechores, no a quienes honran con su trabajo edificante al país.

Es hora, en la plenitud de la tarde, de actuar con toda drasticidad contra los enemigos de lo ajeno, porque los comentarios que se escuchan en la calle y en todas partes, juzgan muy mal a los funcionarios de los tribunales de la coja justicia.

En El Salvador y en Honduras asimismo se está combatiendo sin contemplación a los pandilleros que roban plata y cosas de valor que llevan los transeúntes, sobre todo las mujeres indefensas. Por lo regular, los incorregibles delincuentes son tratados a tiros para que dejen en paz a la sociedad que vive tranquila ganándose el sustento diario de la familia hogareña.

La temida policía y la no menos temida Guardia Nacional, que recorren tanto las ciudades como el ambiente rural, adoptaron el “eslogan” de mara vista, mara muerta y ¡santos en paz!

Por supuesto, en toda Centroamérica, excepto en Nicaragua y Costa Rica, no hay muchos problemas de criminalidad; únicamente hechos delictivos de orden común como en otros tiempos.

Juan Pueblo dice que la autoridad debe echar reata contra los ladrones que merodean por todos lados a toda hora del día y de la noche.

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