Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Este 14 de enero concluye el mandato que por un año le correspondió presidir a la junta directiva del Congreso que encabezara Mario Taracena Díaz-Sol.

Como públicamente lo manifesté en su oportunidad, antes de las elecciones generales, mi voto como ciudadano en el Listado Nacional de diputados sería para Mario Taracena Díaz-Sol, quien era el diputado que merecía mi apoyo y mi confianza, aunque fue postulado en una no muy buena posición. Lo mismo puedo decir que desde las afueras mereció Mario cuando manifestó sus aspiraciones para ser el primer presidente del Congreso en esta nueva legislatura.

Con Mario nos une un viejo conocimiento y respeto, por cuanto ambos fuimos diputados en la legislatura del gobierno que encabezó Jorge Serrano Elías como presidente y Gustavo Espina como vicepresidente, él era diputado del Partido de Avanzada Nacional y yo diputado y jefe de bancada del Partido Frente Republicano Guatemalteco.

Durante ese gobierno, el PAN y el FRG hicimos un trabajo conjunto y constructivo en muchos aspectos, y sin desearlo nos convertimos en la oposición de la “trinca infernal” que crearon el MAS, la DC y la UCN en el Congreso.
Esa trinca colocó como presidente del Organismo Legislativo, primero, a Edmund Mulet; después a Pepe Lobo, quienes con sus actitudes tristemente no prestigiaron al Congreso, por el contrario, lo desprestigiaron enormemente hasta el punto que durante el gobierno de Ramiro de León el Organismo Legislativo tuvo que ser disuelto y como consecuencia producirse una nueve elección de diputados.

Mario, dentro de la bancada del PAN fue seguramente el diputado más agresivo  y más eficiente, lo que conllevó que en diferentes oportunidades tuviera que disentir con las órdenes que Álvaro Arzú, como secretario general del PAN, estableciera. Ese hecho, que en lugar de ser respetado y reconocido por Álvaro, implicó que en esa subsiguiente elección Mario fuera excluido como candidato a diputado para formar un nuevo Congreso.

Sin embargo, como dice una expresión “amor y aborrecimiento no deben de empañar conocimiento” y aunque Mario se vio obligado a unirse a otros partidos para continuar su carrera política en el Congreso, siempre continuó mereciendo mi respeto y también mi admiración, ya que con su habilidad y sarcasmo supo defender los aspectos necesarios para que el Congreso no fuera más inadecuado de lo que a veces ha sido.

Ello por supuesto le llevó la enemistad de la “mutante” Anabella de León, quien incluso llegó a agredirlo física y verbalmente en diferentes oportunidades.
La presidencia de Mario sin duda alguna ha comprobado que el Organismo Legislativo debe ser independiente, que debe no solo legislar sino tener la capacidad de autoadministrarse, que no debe ser un mal ejemplo de burocracia y abusos salariales y que tampoco debe de ocultar los abusos y vicios que en el mismo cometieran personas como Jorge Méndez Herbruger que, a pesar de decirse un hombre capaz administrativamente, creó esa debacle de pacto colectivo que rige en el Congreso y que ha permitido que los impuestos se utilicen para pagar injustificables salarios y el nombramiento de muchas e inadecuadas personas.

Mario Taracena Díaz-Sol concluye con la frente en alto, con la conciencia tranquila y con el respeto de la mayoría de la ciudadanía.

¡Guatemala es primero!

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