Ayer publicamos que la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Patricia Valdés, dijo que cualquier interferencia ante un juez es «gravísimo y da lugar a destitución», por lo que le queremos preguntar si lo mantiene.

La verdad es que con casos como el que hemos visto esta semana y cuyas consecuencias sufrimos siempre en el país, nos damos cuenta que los que nos dirigen en los tres organismos del Estado, parecen aquellos vehículos reparados con «masilla» a los que con una raspadita se les empiezan a ver cómo son de verdad.

Hasta el cansancio se habló y se denunció que las comisiones de postulación estaban haciendo un pacto asqueroso. ¿En qué país se hacen universidades para nombrar jueces? Solo en Guatemala. ¿Qué puede lograr un Congreso como el nuestro? Solo nombramientos que generen beneficios y, en este caso, a favor de la impunidad.

Hay quienes dicen que no es cierto ya que la CSJ y el Congreso han procedido en contra de ellos mismos cuando hay denuncias. Lo que intencionalmente no dicen es que tanto magistrados como diputados y el mismo presidente Jimmy Morales, todos miembros del pacto de impunidad, no son más que peones de los poderes reales y por ello pueden ser desechados de sus puestos cuando ya no son útiles.

Y ahora nos toca esperar a que mañana se reúnan todos en el Congreso a escuchar el informe del «Hermano de Sammy». ¿Quién de todos los presentes entre presidentes de la CSJ, Congreso o Ejecutivo tiene la solvencia de enviarle a la población un mensaje con liderazgo y compromiso? Simplemente todos han quedado en evidencia.

Pero lo peor de todo es que la sociedad parece que no se decide sobre qué se tiene que hacer al respecto. Doña Blanca, aprendiendo del «hermano de Sammy» y el mismo Sammy, sale con todo el descaro del mundo a decir que dejará que avancen los procesos, a lo mejor a cargo de su «pupilo», el juez Mynor Moto, que es otro de los operadores desenmascarados de la corrupción y que quedó en evidencia recientemente con la resolución a favor de Arnoldo Medrano.

Decir que se confía en los procesos y las instituciones es fácil, mientras se siguen beneficiando de ellas. Seguro los Morales no seguirían confiando en ellas si ya estuvieran, como deberían, guardando ya prisión.

La sociedad sigue anestesiada y eso es lo más preocupante. Ya a nadie escandaliza que se aferren al puesto, que se paseen como héroes, que enseñen el cuero. Por eso volvemos a decir que entre Stalling, los narcodiputados y «El hermano de Sammy», nos seguirán gobernando.

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