Francisco Cáceres Barrios
El presidente Morales y sus colaboradores no desconocen que su elección para ocupar la primera magistratura fue por una situación coyuntural. Triunfó porque las otras opciones que tuvo el electorado, tanto en la primera como en la segunda vuelta, no llenaban las expectativas de la población por una u otra razón. Era de esperar entonces que buen número de ciudadanos no contaran con que los resultados de su primer año de gobierno iban a ser la quinta maravilla del mundo sin embargo, muchos pensaron que al menos harían los mejores esfuerzos por lograr una aceptable calificación. En lo personal, tuve la impresión que quiso sacar la pelota por la barda con los primeros lanzamientos, empleando términos del beisbol, lo que por su inexperiencia hubiera sido algo extraordinario sin embargo, el resultado final fue el ponche que a nadie agradó.
De una de las biografías del gran líder de la humanidad Mahatma Gandhi recuerdo su frase: “Para ser exitoso no tenemos que hacer cosas extraordinarias. Hagamos cosas ordinarias extraordinariamente bien”. Es decir que don Jimmy con solo cumplir con sus deberes básicos y haber exigido lo mismo de sus colaboradores hubiera logrado un buen resultado en su primer año de gobierno. Ejemplos sobran: ¿por qué siguió permitiendo el oscuro proceso de compras y contrataciones, en vez de haber implementado algo que lo transparentara, cosa que la población con justa razón ha venido demandando?
El guatemalteco lleva tiempo de estar pidiendo que las cosas ordinarias se hagan bien hechas. ¿Por qué no cortar de tajo los gastos superfluos del gobierno, por ejemplo, lo de las fiestas de fin de año? ¿Por qué no ejecutar al 100 por ciento el presupuesto anual? ¿Por qué conceder sin planificación y a rajatablas tantos feriados a la administración pública sabiendo que lo que más se necesita es prestar el mejor de los servicios a la población que ha venido pasando las de Caín por lo ineficaz de la misma?
Personalmente me hubiera gustado acompañar al presidente y a su ministra de Salud las madrugadas de los lunes 26 de diciembre 2016 y 2 de enero 2017 para que vieran con sus propios ojos el sinnúmero de gente que se agolpaba en las puertas de los hospitales Roosevelt y San Juan de Dios buscando ser atendidos, titiritando del frío, en fechas que sin ser feriados o asuetos establecidos y anunciados, se dejó a los pacientes con un palmo de narices. Y sigue un gran número de preguntas, pero veamos estas últimas: ¿Otra vez los niños empezarán el año escolar en infrahumanas condiciones? ¿Y algo tan importante y necesario como el correo, lo van a dejar sin funcionar para siempre?