Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

La Presidencia de Jimmy Morales está siendo un mal chiste, peor que una de sus moralejas, porque en el año o la era del cambio, también fue cooptado como lo han sido todos en el pasado y eso se traduce en que en lugar de ser un agente de cambio, se convirtió en un garante del estado actual de las cosas, es decir un guardián de la impunidad, la corrupción, la pobreza, la falta de oportunidades en salud, educación, seguridad y un largo etcétera. Así de sencillo.

Pero como vivimos en un mundo de radicalismo y de negocios fáciles, de acumular plata como sea, en lugar de pegar el grito al cielo por el estado actual de las cosas, hay un grupo de gente que trabaja y en serio por apuntalar al sistema, un pacto de impunidad operado por varias mafias, incluidas las incrustadas en el Estado, y se han dado a la tarea de llamar comunistas a todos aquellos que queremos cambios para que más gente tenga oportunidades.

Pero la batalla no la están ganando ellos, los mafiosos, sino la estamos perdiendo nosotros los ciudadanos, en especial aquellos que deseamos cambios porque entendemos que la pobreza y falta de oportunidades es un tema moral y social, pero también un tema económico porque si no empoderamos a la gente, luego no habrá quién tenga capacidad de trabajar de forma calificada y consumir sosteniblemente.

La Navidad sirve como época de reflexión, y eso nos debe abrir los ojos en el sentido que nuestros niños, en especial los más necesitados y con menos oportunidades, no tienen futuro en estas condiciones y, peor aún, en las circunstancias del pasado por las que muchos mueren y sueñan con volver.

Y si no me cree, los voceros y financistas de tal movimiento se han unido en serio para trazar su hoja de ruta y la pregunta para los guatemaltecos es ¿si desean que Pérez, Baldetti, Morales, muchos diputados, algunos magistrados, sus seguidores falderos y los grupos de poder fáctico logren el objetivo de regresar las cosas al estado en el que estaban?

Se trata de revivir el tema ideológico, pero ni derecha ni izquierda están hablando de los problemas de fondo. Alguna derecha desea apuntalar a un Presidente sostenido por militares y, algunos de la izquierda desean proteger a un exministro que le regaló millones a los transportistas vía el negocio del Transurbano, pero ni de uno ni de otro bando, se habla de los vicios del sistema.

No hay pierde, hablar del financiamiento de las campañas, del Listado Geográfico de Obras, de la impunidad, de la corrupción (en especial de la de cuello blanco), de la fragilidad del Estado de Derecho y de las mordidas y/o influencias como vehículo para obtener negocios, de la Contraloría General de Cuentas, de la necesidad de simplificar el régimen de inscripción fiscal, es hablar de un verdadero cambio en Guatemala, pero muy poca gente lo está haciendo y seguro menos lo están haciendo los grupos radicales porque, les guste o no, necesitan el Estado actual de las cosas para ganar seguidores y sobre todo, obtener pisto.

¿Cómo explicarle a nuestros hijos, en esta época en la que también hay bastedad y abundancia en muchos lados, que hay miles iguales a ellos, pero que no tienen esas oportunidades ni las tendrán en estas condiciones? Más difícil, ¿cómo vamos a lograr erradicar eso si las masas del “bien” no se hacen escuchar?

No recuerdo una Navidad en la que hubiéramos tenido que reflexionar tanto respecto al país que deseamos y del papel que estemos dispuestos a jugar.

Feliz Navidad.

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