Lucrecia de Palomo

“Sabíamos que las revueltas no las estaban iniciando el pueblo propiamente, sino que estaban siendo provocadas desde fuera”. Ella aclaró que la verdad de lo que allí sucedía no era conocido en el mundo porque “las grandes cadenas internacionales siempre mintieron” “descaradamente hasta hoy”. Los medios de comunicación filtraron las noticias a su antojo. Lo anterior lo dice la religiosa argentina Guadalupe Rodríguez, quien fue testigo presencial de las atrocidades ocurridas en Alepo, Siria.

Ella, sor Guadalupe, salió en el 2015 de Alepo para contarle al mundo cómo, desde un escritorio, era planificada la guerra que hoy ha dejado cientos de miles de refugiados, familias desintegradas por los asesinatos y secuestros cometidos por los extremistas, violaciones a las mujeres y cuánta atrocidad sea posible cometer. Pidió que las organizaciones de Derechos Humanos hablaran, se involucraran, pero pasaron años antes que el mundo conociera el infierno que vive la ciudad en donde convivían las distintas religiones sin agredirse una a la otra. Lamentablemente con la llegada de los mercenarios “se trata de erradicar a los infieles y los cristianos en primer lugar; también perseguir a todos los que no compartan el fanatismo de ellos.”

Antes de la hecatombe “siria era un país donde se respiraba paz. Había una estabilidad social, y lo último que se esperaba era una guerra. Había gente que vivía muy bien, gracias al gobierno laico de Al-Assad. Las distintas religiones vivían en paz, hasta que de pronto, de un día para otro, las cosas cambiaron”, recordó la religiosa. En esta guerra, como son la mayoría de ellas, los terroristas son financiados por potencias clamando y sosteniendo que tan solo buscan la democracia en el mundo. De nuevo, los grandes imperios, el de Occidente, léase Estados Unidos de Norte América, apoyando a los guerrilleros –a grupos que hicieron poderosos y luego se les salieron de las manos– contra el gobierno de Assad, quien a su vez es apoyado por la otra potencia, la de Oriente, Rusia. Usa gobernada por demócratas al frente de su presidente Obama y Rusia por Putin.

Con su afán de meter las narices y querer imponer su cultura económica, apoyan a grupos extremistas que se enriquecen vilmente con el dinero que les proporcionan, generalmente a las ONG disfrazadas de derechos humanos. Alepo tiene un gran valor para los imperios y es geoestratégico para sus planes. Se pensó que los rebeldes lograrían en menos de 15 meses derrocar al gobierno del Presidente sirio, pero la intervención de Rusia cambió esos planes y dio un vuelco al conflicto. Ahora ya no es un imperio contra un país pequeño sino son los dos grandes los que se enfrentaban para proteger cada uno sus grandes intereses en la región.

Esta semana, como consecuencia de la reunión que se llevaría a cabo entre Rusia, Irán y Turquía para alto al fuego en Alepo, donde no se tomaba en cuenta a los nacionales, es asesinado frente al mundo entero el embajador ruso, video que dio la vuelta al mundo en segundos. La prensa internacional pagada ya no puede tapar el sol con un dedo, se destapan las atrocidades y por supuesto vendrán nuevos enfrentamientos por el hecho que predecir el futuro no es halagador.

Toda una historia haciendo lo mismo sin aprender; como muestra tenemos en nuestro propio territorio una similar situación a la de Alepo, que duró 30 años y donde la paz la firmaron extranjeros con connacionales vendidos. Se siguen imponiendo valores fuera de la cultura propia, se utiliza dinero para empoderar a los grupos mercenarios que azuzan y crean las crisis y que, con su embajador entrometido, de nuevo se repetirá la historia de guerra, enfrentamiento y muerte.

Los intereses son inmensos y todo lo permiten. La muerte ronda por el mundo porque la globalización no tiene límites. El dinero, don dinero es quien decide sobre la vida y la muerte del ser humano. Una oración por Alepo, por Guatemala y por el mundo entero.

Artículo anterior¡Unos sí, otros no!
Artículo siguienteMala costumbre la de hablar acantinflado