Adolfo Mazariegos

Un chiste que no fue. Cuando lo escuché por primera vez, creí que me estaban contando un chiste, y no pude menos que reírme ante tal ocurrencia. Sin embargo, lo escuché reiteradamente en las siguientes horas y comprendí que no había sido un chiste, sino todo lo contrario; me enteré por distintos medios a una velocidad de rayo, que en verdad la comuna mixqueña había lanzado la convocatoria a un concurso de belleza cuyo premio causó de inmediato la indignación de unos, risa y burla en otros. Lo cierto es que, dicha acción, por muy absurda, chistosa o indignante que parezca, es una idea que sencillamente nunca debió de haberse planteado (no como se planteó), en virtud de que los puestos de trabajo no deben ofrecerse a cambio de belleza ni a manera de premio por participar en un concurso como el de la convocatoria (y todo lo que ello, en un momento dado, puede conllevar), eso debiéramos de tenerlo claro. Por lo tanto, con estas sencillas líneas me adhiero a las expresiones públicas que reprueban “esa convocatoria” que, aunque ya haya sido retirada, ha subestimado y menospreciado la inteligencia de tanta mujer guatemalteca con la capacidad y la mejor disposición de desempeñar a cabalidad y con justicia cualquier actividad laboral en el marco de la ley. ¡Me cuesta creer, en tal sentido, que nadie haya previsto las consecuencias de tan desatinada idea!

El final de año, un momento para la reflexión. Usualmente el final del año es el punto de partida para la reflexión en torno a todo aquello que hemos hecho y todo aquello que hemos dejado de hacer. Es cuando nos proponemos metas y nos planteamos algunos de los objetivos que deseamos alcanzar durante los trescientos sesenta y cinco días (o trescientos sesenta y seis) que habrán de venir. Y en el caso de Guatemala, justo es también reflexionar en cómo queremos ver a este país en el que vivimos; cómo habremos de involucrarnos para que la toma de decisiones que nos afectan a todos, sean las más adecuadas y correctas; cómo podremos tenderle una mano a quien nos necesite sin esperar que se nos retribuya por ello (eso viene por añadidura); o cómo habremos de prepararnos para ser mejores ciudadanos con mejores oportunidades y con un horizonte más luminoso (solo por mencionar algunos ejemplos). El desarrollo y mejoramiento en la calidad de vida de quienes han sido menos favorecidos que nosotros, también es algo que no debe pasarse por alto. Todos, desde la plataforma o tribuna personal de que dispongamos, podemos poner nuestro grano de arena para que el año venidero sea fructífero y de mucho bienestar. Y no está de más recordar que, a veces la vida no nos da segundas oportunidades, a veces, las cosas de la vida son ahora o nunca. ¡Felices fiestas de fin de año, y desde ya, mis mejores deseos para el 2017!

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