Edgar Villanueva

Guatemala ha obtenido una calificación de 0.666 (0.00 significa falta de paridad y 1.00 paridad) en el Índice de Paridad de Género de 2016 elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF). Esta calificación la coloca en el puesto 105 de 144 países y pone en evidencia el largo camino que falta por recorrer para cerrar la brecha de género en nuestro país.

Lamentablemente nos ubicamos en último lugar de la región (América Latina y el Caribe) y varios puestos detrás de países similares al nuestro (Honduras está en el puesto 78 y El Salvador en el 64). Asimismo, nos encontramos muy cerca de países del África Subsahariana y de Oriente Medio, algunos de ellos, con culturas y leyes más excluyentes que las nuestras.

Tan alarmante como estar detrás de países con los que usualmente “nos chupamos rueda”, debe de ser lo que evidencia el desagregado de los cuatro indicadores principales que integran el índice. Estamos calificados en el puesto 113 en alfabetismo y en el 120 en acceso a la educación secundaria para mujeres. No nos debe de sorprender entonces, que estamos en el puesto 125 en participación de la mujer en la fuerza laboral, pues si no tenemos mujeres educadas, ¿quién las va a contratar?

Además, tenemos cifras contradictorias en participación económica y política de la mujer ya que el Índice nos coloca en el puesto 12 en participación de mujeres en puestos gerenciales de sector privado y altos mandos del Gobierno, pero nos ubica en el 104 en participación de las mujeres en el Congreso. Es decir, sí hay oportunidades para mujeres que ejecutan dentro del marco ya existente, pero no en la misma cantidad para que participen de la creación de los instrumentos (leyes) que permitan una visión más incluyente para su género.

El índice puede parecer una herramienta feminista, yo lo veo como una herramienta económica y política, teniendo en cuenta el impacto que tiene la paridad de género en estos dos sectores. Por ejemplo, hay estudios que evidencian que las empresas que tienen mujeres en su gerencia tienen un ROE (Return on Equity) 44% mayor a aquellas que no tienen y otros estudios asocian la presencia de mujeres en juntas directivas con una reducción del 20% en el riesgo de quiebra. En el ámbito político, una mejor representatividad de la mujer en puestos de elección popular se traduce en políticas y leyes que reflejan de mejor manera las necesidades de la ciudadanía.

Podremos estar en desacuerdo en la forma de cerrar la brecha de género, pero debemos de buscar un consenso en la necesidad de impulsar iniciativas que generen incentivos para incrementar la participación económica y política de la mujer. Al final de cuentas, las mujeres son más del 50% de la población y su inclusión en la vida del país es imperativa para el desarrollo. El Índice del WEF puede ser una hoja de ruta que permita reducir la brecha de género y así seguir impulsando al país.

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