Francisco Cáceres Barrios

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son 17 compromisos que nuestro país de nuevo intentará cumplir para lograr reducir las desigualdades existentes en cuanto a la calidad de vida de la población. Los mismos, son un seguimiento a los llamados ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) que ha venido impulsando la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La pregunta que nos hacemos los guatemaltecos es ¿valdrá la pena seguir haciendo planes que a la postre terminan siendo falsedades en aplicación práctica de aquel refrán que dice: “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”, cuando lo que debiéramos hacer es poner manos a la obra para alcanzar el “cielo” de manera correcta y honrada?

En Guatemala nadie ignora las deficiencias que nos impiden tener acceso a la buena salud, educación, trabajo y mejorar el ambiente ecológico, como que ello no depende solo de la escasez de dinero, pues bien sabemos que hemos tenido lo suficiente, pero en vez de ser gastado o invertido de manera honesta, ha sido desviado a favor de los particulares intereses de los políticos de siempre, causantes en gran parte de nuestra pobreza y subdesarrollo. De esa cuenta, todo lo escrito y graficado por los tecnócratas, científicos encargados del análisis, diseño de planes y de la implementación de los mismos para solucionar nuestros problemas sociales, se ha quedado en nada, sumándose la vergüenza de tener que comunicar a los organismos internacionales los repetidos fracasos.

Si alguien duda de lo antes dicho, basta confirmarlo con que en los cuatro gobiernos anteriores ni siquiera se llegó a definir la hoja de ruta que obligadamente debió elaborarse para definir con precisión los pasos a seguir en la implementación de los planes definidos y algo todavía más importante, es determinar con exactitud si los presupuestos de gastos e inversiones están acordes a los compromisos adquiridos ante la ONU ya que en caso contrario, pronto se tendrá que confirmar una vez más que nuestra característica principal es solo quedarnos en “buenas intenciones”.

Disculpen los amables lectores si dejo entrever en lo que hasta ahora he escrito el pesimismo o frustración que siento al no poder visualizar una mejor implementación de planes de desarrollo sostenible para salir de la barranca adonde nos llevaron los gobiernos anteriores, pero la falta de idoneidad y ausencia de liderazgo del actual nos obliga a plantear una necesidad todavía más importante para reformar nuestra constitución, la de incluirle un proceso revocatorio del mandato conferido al presidente, una vez haya transcurrido la mitad de su período, para evitar que nuestro país siga sufriendo todavía más daños y perjuicios ante su lenidad e incapacidad manifiesta.

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