Lucrecia de Palomo

Conozco poco de la persona y personalidad del Presidente, lamentablemente las campañas políticas solo muestran lo que los votantes quieren ver, nunca indican la manera en que el candidato enfrenta las crisis. Los meses que lleva Morales en la presidencia –iba a escribir gobernando pero me arrepentí– me permite deducir que su método es el del avestruz.

Ponerse en los zapatos del otro es una de las primeras reglas para entenderse. He tratado de colocarme en los del presidente Morales para comprender sus acciones y resultados y medir hasta dónde puede llegar. Con ello, de ser posible, permear y hacerle conciencia de sus acciones. La única manera en que una persona cambie la forma de solucionar sus problemas es intencionalmente y por decisión propia.

Un rápido análisis me habla de su poca preparación en la administración pública y sus políticas. Lamentablemente para el país y sobre todo para una población que por siempre ha sido mantenida en un pensamiento de inmediatez (porque la mayoría de ella lo único que piensa y busca cada día es su pan) ya es muy tarde para hacerlo. Varias han sido y son las conductas en las que el señor Morales se da a conocer. Para muestra varios botones: la forma en que le fue impuesto el Gabinete de Gobierno, el manejo de sus intervenciones en el Congreso de la República, pero sobre todo, como escapa o se esconde ante las situaciones molestas o preocupantes. ¡Es a esa persona a quien le toca administrar el Estado!

El país pareciera estar detenido, se percibe fuera de control a causa de la parálisis del señor Morales, pero él solo es y ha sido el instrumento de los poderes reales que hoy están aliados buscando de nuevo la hegemonía al poder que sienten se les escapa. Los tiempos no han cambiado mucho, los poderosos siguen haciendo de las suyas utilizando incautos y escaladores. El Estado ha estado copado, no de hoy, de siempre, por grupos que buscan deshacerse los unos de los otros, que no tienen el concepto de bien común sino que persiguen el propio. Entonces, ¿qué importa la personalidad del Presidente? ¿Cuál es la diferencia de los momentos anteriores? Que un líder hoy podría cambiar al país por lo que estamos viviendo, se tiene la oportunidad de que, a quienes los ha unido la corrupción, el saqueo de los bienes del Estado y el enriquecimiento ilícito sean realmente castigados y puestos en su lugar, pues la mayoría está fuera de las fronteras nacionales –planeando y conspirando–, muertos del miedo y esperando que las aguas calmen y poder regresar a seguir haciendo lo de siempre.

El guatemalteco no está acostumbrado a cambiar de “señor” y por tanto no espera mejorar su suerte con un cambio, el pueblo nunca se va a oponer contra el gobernante, nunca lo ha hecho, por eso ha sido relativamente fácil la continuidad de un sistema corrupto y eso lo saben y lo han construido esos poderes fácticos. Las famosas revoluciones o las manifestaciones en el parque no fueron movimientos del pueblo, fueron manipuladas, manejadas por fuerzas oscuras de esos poderes eternos que hoy sienten que los desplazan o los que quieren afirmarse; movimientos prostituidos donde dependiendo del dinero que se posee para “invertir” en ellas, así es el calibre del resultado.

El Presidente necesita nuevos métodos para tomar las riendas del caballo desbocado, pero debe ser menos tímido, reservado y complaciente; debe tener la entereza de reprimir y castigar a los culpables y cumplir con sus promesas de campaña, de volver a los principios cristianos. Debe desenmascarar, con nombre y apellido, a quienes sean el obstáculo y someterlos a la justicia. Se requiere de valor y valores. Ojalá la oración al Niño Jesús, en esta Navidad, nos de la respuesta a la pregunta que todos nos hacemos y al Presidente, luz para guiar a esta sociedad que anda perdida.

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