Juan José Narciso Chúa

Sin duda la Navidad tiene magia, para muchos puede parecer un pensamiento fantástico y, tal vez es así, pero cuando uno se pone a reflexionar con profundidad sobre el ambiente que domina esta época, seguramente lo llevará a la conclusión que efectivamente tiene esa sofisticación agradable que llamamos magia.

Esa magia lleva inmerso el deseo de que este espacio de tiempo dure mucho, que ese espíritu festivo y de comunión permanente permanezca en los sentimientos de las personas más allá de estos días. La cuestión comercial queda afuera, pero no puede negarse que incide sobre las fiestas, aunque lo que predomina está en el espíritu de cada uno, en esos pensamientos festivos que nos hacen buscar la reunión agradable con amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo, con los antiguos amigos del deporte, con condiscípulos de estudios, en fin todos buscamos acercarnos a aquellos a quienes queremos, aquellos quienes han sido parte de nuestras vidas, aquellos cómplices de correrías, travesuras y jodederas, en fin con todos aquellos a quienes queremos.

También, no me podrán dejar mentir, quién de nosotros no busca escuchar la música alusiva a la época, todas aquellas canciones que nos ponen melancólicos, nostálgicos, hasta tristes, pero con un sentimiento de paz y alegría, esas notas que cobijan y recrean diferentes facetas del espíritu, cuando escuchamos Noche de Paz, uno es preso de un profundo sentimiento de amor, pero también las nuevas canciones en inglés como Happy Christmas (The war is over) de John Lennon; o bien It´s the most wonderful Time of the Year; o Jingle Bells Rock. Gaby Moreno cuenta con un disco de canciones de Navidad extraordinario, que bien vale la pena escucharlo con atención.

Y si no, no me va a negar estimado lectora o lector, que todos anhelamos degustar el tamal navideño rojo o negro; o bien beber el ponche navideño, no puede faltar asistir a alguna posada de amigos o conocidos; o bien visitar nacimientos de gran escala, así como recrear los nuestros con los ingredientes propios de este agradable tiempo como el aserrín de colores y su rico aroma, el fresco olor del musgo, el dulce sabor y olor de las manzanillas y todavía en algunas casas se riega con pino, lo cual otorga un ambiente de festividad, de alegría.

Cuando este tiempo discurre, quien de nosotros no retrotrae su mente y lo lleva a épocas de infancia cuando nuestros papás nos metieron a este espíritu mágico, cuando esperábamos con ansiedad nuestros regalos, auténticas sorpresas que Santa Claus nos traía e imaginábamos a este personaje gordo, colorado y barbado, en su traje rojo, cincho negro ancho y botas negras, conduciendo su trineo con sus renos, llevándonos a casa ese recuerdo, ese regalo, esa magia, ese sueño que nuestros papás trataban de hacerlo realidad.

No olvido, por ejemplo, un par de bicicletas que amanecieron un 25 de diciembre cuando despertamos y significaron una enorme alegría para mi hermano y para mí, fue una auténtica sorpresa pues siendo aún pequeños, nos acostamos temprano, pero al despertar la magia esa que pensamos, nos llegó de frente y con gran alegría. No olvido tampoco una Navidad, cuando mi papá con un par de tragos de más, daba vueltas de felicidad, con una ametralladora encendida disfrutando a plenitud de ese momento, resulta una fotografía imperecedera en mi mente, de una postal de alegría.

No olvido como ya de padre, uno disfruta de esos luminosos momentos de alegría de los hijos, cuando recibían con sorpresa y satisfacción sus regalos. Gratos recuerdos de esos pasajes navideños con mis hijos, son aquellos cuando Lucía Gabriela, mi segunda hija, me pidió que bajáramos del primer piso a la Virgen María y a San José que son imágenes de un metro fácilmente, pero yo ocupado en otras cosas, le dije que sí, pero no lo hice inmediatamente, cuando volteé ya no estaban los santos y todavía alcancé a ver a la Lucha cargando ella sola a San José, me quedé en medio del susto, el chiste y la satisfacción de verla hacerlo sin ningún temor.

No olvido a Juan José, mi tercer hijo, cuando pude cumplir todos sus deseos que había escrito en una carta a Santa Claus y ya en la cena, reflexionaba para todos, que alegre que Santa Claus me trajo todos mis regalos y los enumeraba uno a uno, se quedó en silencio un momento, reflexionando, frunció el ceño, me volteó a ver y me dijo: «Papa, vos leíste mi carta a Santa».

Sofía Alejandra, la mayor, una vez se elaboró una chimenea de cartón y papel y quedó muy bonita, pues ella en su curiosidad, se metió dentro de la misma y luego empezó a gritar para que la buscaran y no aparecía por ningún lado, hasta que vimos que se había metido en la chimenea. Tampoco puedo olvidar las lágrimas de alegría que Jennifer, mi cuarta hija, derramó, cuando recibió todos los regalos que provenían de varias manos, dándole la bienvenida a la familia, emotivo, alegre.

Una víspera de Navidad con prisas, con alegrías, con momentos que disfrutar como anoche con mis amigos de Fundación DESC, disfrutando de múltiples platos, del análisis de coyuntura serio y finalmente de cantar con el karaoke. Disfruten la víspera de la Navidad, el día de la misma es sin duda su punto culminante, pero es necesario gozar de este precioso espacio de tiempo para la confraternidad, el perdón y la amistad. Feliz Navidad para todas y todos.

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