Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Durante años, desde que se empezaron a manipular las Comisiones de Postulación, los poderes paralelos se esmeraron en colocar a sus piezas en el sistema de justicia partiendo de que el control de la Corte Suprema otorga facultades para manipular a los Juzgados de Primera Instancia, mientras que el Congreso hizo su trabajo enviando a las Salas de Apelaciones a los principales operadores señalados convenientemente por los grupos que se encargan de mantener el sistema de impunidad. Se ha dicho que la elección más mañosa de todas fue la última, en la que Juan de Dios Rodríguez y Gudy Rivera fueron actores de primera fila para estructurar un poder judicial a la medida de sus intereses y también de sus necesidades, mismas en las que ni pensaron entonces, porque se sentían superiores a cualquier investigación, no digamos persecución.

Claudia Escobar fue el ejemplo de cómo se condicionó la elección de magistrados en el último evento y, como ella, todos los que aspiraban a crecer en su carrera judicial, eran condicionados. Por ello es que sigue siendo inexplicable que el Rector de la Universidad de San Carlos mantenga el prurito de las Comisiones de Postulación, sabiendo de primera mano las mafias que operan en ese entorno.

El caso es que no fue casual la forma en que se integraron las Cortes en Guatemala y ahora, tras los embates contra la corrupción propinados por el Ministerio Público y la CICIG, viene el turno de los jueces comprometidos desde su elección. La forma en que se revirtió el traslado de Gustavo Alejos es un ejemplo de cómo se está operando ya en la administración de Justicia y un adelanto de lo que se viene en los procesos iniciados por investigaciones serias y científicas que permitieron demostrar sin lugar a dudas la forma en que se ha saqueado al Estado desde los más altos puestos de la Nación.

Si alguna muestra hay de la necesidad de reformar el sector justicia, lo que ahora está pasando, y lo que se viene, es la demostración absoluta de que no podemos seguir como estamos. Hay que advertir que el Poder Judicial empieza ahora a jugar el papel para el que fue integrado y eso significa, ni más ni menos, favorecer a los corruptos que están presos pero que fueron los que se encargaron de operar detalladamente para calificar las listas que serían aprobadas por el también corrupto conjunto de diputados que terminó haciendo la elección.

La lucha contra la impunidad dio su primer paso al investigar la corrupción y formular acusaciones contra los pícaros, pero finalmente todo el resultado dependerá de los juzgadores y sabiéndolo es que los sindicados se mantienen entrampando los casos con la certeza de que, llegado el momento y cuando ya no estén ni la Fiscal ni el Comisionado, saldrán favorecidos por algún juez como el que devolvió a Alejos a la cuna de lobos que es el Mariscal Zavala, desde donde se montó el nuevo pacto de impunidad que ejecutó dócil y diligentemente el presidente Morales.

Artículo anteriorSeguimos sin prevención de accidentes
Artículo siguienteCómo se refleja